Tengo que hacer unas gestiones en una tesorería de la seguridad social, en un barrio periférico marginal de mi ciudad. Recuerdo que María me dijo que tenía libre, así que la llamo por si quiere acompañarme y almorzar juntos. No somos gringos, aquí le llamamos "almorzar" a un bocadillo entre las 9:30 y las 12:00 de la mañana, no a la comida del mediodía.
María acepta el plan. Vamos en bicicleta, me gusta la bicicleta, especialmente para uso urbano. Me gusta también la moto, pero tras robarme dos y tener que pagarlas sin disfrutarlas, lo desestimé.
Hechas las gestiones en la tesorería, María descubre un mercado de comida. Urbanitas, acostumbrados a comprar la comida en supermercados, María opina -creo que con razón- que en los mercados hay más calidad en los alimentos, que en los supermercados con todo envasado y "emplasticado". A María además, rollos de progre pequeño burguesa, le estimula especialmente todo lo "callejero", lo "tribal" y lo que tenga apariencia de "auténtico".
Aunque nuestra economía esta un poco hecha unos zorros, aún nos podemos permitir sentarnos en un bar y pedir un par de bocadillos y cocacolas (o una Coca Cola para mí que me marcará María). Pero María decide que nos vamos a hacer un bocadillo artesano comprando la mezcla en el mercado. Como tiene las pupilas dilatadas, la piel brillante, etcétera, esos síntomas de euforia preingesta, es inútil discutirle y ni se me ocurre. Lo reconozco: a mí también me hace gracia hacernos un bocadillo en plan okupa, no se vayan a creer que está tía me domina, eh, que yo tengo mucho carácter (silben, disimulen, no me miren a la cara ahora, que con el orgullo herido puedo resultar peligroso).
En la puerta del mercado hay un montón de cajas apiladas, envases de fruta seguramente. Nos vienen perfectas para hacernos una mesa de campaña. María ha comprado jamón, pan y tomate, mientras yo me quedaba fuera vigilando las bicis para no tener que candarlas. (Y que no me apetecía entrar, ya les dije que tengo un carácter temible). Quizás de todo el jamón que ha comprado María, el que nos va a sobrar lo podamos enviar a Haiti o Chile para que los pobres damnificados del terremoto puedan comer un par de meses.
Extendemos el jamón, el tomate y el pan en nuestra mesa de fortuna, haciendo de mantel el papel de envoltorio. Las bicicletas con las mochilas en la cesta, apoyadas en una farola cercana.
El ataque es inesperadamente previsible, genuino estilo gitano. Invadiendo con extremada rapidez nuestro espacio físico, un macho gitano adulto, una "unidad especializada de combate", como los llama la Frikipedia, planta su cara a escasos centímetros de la de María y le dice:
-¡AAAAY PAAAAAYA QUÉ JAMOOON MAAAÁS BUENO! ¿ME DAAAAS?
(Me abstengo de poner comas y puntos en el discurso gitanil porque no sé ni dónde...)
Es curioso el mecanismo de la adrenalina. Si un exceso de la misma adrenalina no los deja paralizados, es curiosa la lucidez mental y la velocidad de pensamiento en las situaciones de alerta. El cerebro me va a toda máquina: es un solo macho, fácilmente neutralizable y 5 ó 6 hembras, quizás algún churumbel que aún no ha entrado en escena. Los conozco, sé que les suda la polla y el coño el jamón; van a por las mochilas de la cesta de la bici y la invasión de nuestro espacio físico es mera maniobra de distracción. No es el momento de ser modesto: yo también soy una unidad especializada de combate. La práctica de diversos deportes, entre los que se encuentra una temporada de boxeo, hasta que me harté de aguantar tarados con instintos asesinos, me convierten teóricamente en una persona no cómoda en caso de conflicto. (En realidad, como hace años que no me pego, no sé en la práctica mi nivel de efectividad bélico, pero la base teórica apunta a que "tengo maneras" de rechazar agresiones). El cerebro me va a toda máquina; todos estos pensamientos discurren antes siquiera de que el gitano haya acabado su frase "dame jamón". No pierdo de vista las mochilas: es su objetivo. Fijo. Puedo neutralizar al macho con rapidez: tomando un cajón de los apilados con la diestra y arreándole de revés en la cabeza, lo dejo lelo y sólo queda que machacarlo a cajonazos hasta que se mueva poquito. Luego huir, pasar de juicios y detenciones. No es nuestro barrio: ni nos conocen ni hay que temer represalias de los primos. Aún en caso de que nos detengan, el chacho debe tener antecedentes desde que era crío, no me caerá lo de "racismo". Con las hembras va a ser peor: fijo que ahí me cae lo de racismo junto con machismo, cóctel letal: aún resultará que les he pegado por ser mujeres (y gitanas), no por ser unas hijas de puta. El chip con el que me educaron de "pegar a las chicas es de cobardes" ya me lo he quitado. Una gitana ya va hacia las bicis, a 3 metros de nosotros, estaba cantado. Lo primero es lo primero, voy hacia las bicis muy rápido: una vez tengan las mochilas, échales un galgo y en cualquier caso, voy a tener que arrearle para recuperarlas y de machista y racista no me libra ni Cristo.
Sorpresa: mientras yo cubro las mochilas, oigo la voz de -la aparentemente fina- María:
- QUÉ TE PIRES, GILIPOLLAS, QUÉ NO ME PONGAS TU SUCIA CARA JUNTO A LA MÍA, PAYASO, QUÉ-TE-PI-RES ¿LO ENTIENDES, CAPULLO, O TE LO REPITO?: QUÉ- TE- PI-RES.
Cubiertas las mochilas, su objetivo, y con una María respondona, la tribu no pierde el tiempo y pliegan velas, no sin antes decirle el gitano a María que "tienes cara de pavo" , así, en masculino. ¿? (¿Será de pava, no? Misterios gitaniles...).
Alejada la tribu, María me mira, blanca, con los ojos muy abiertos y me dice:
- Me he cagado.
- Joder, pues si no te llegas a cagar... Yo me he ido directo a por las mochilas, por eso no he estado a tu lado.
-Ya, ya me he dado cuenta, no había caído hasta que te he visto ir al tiempo que iba una de estas hijas de puta.
- Jejejeje, dime la verdad: ¿Te has puesto brava porque creías que te iban a quitar el jamón, verdad?
- Ayyy, jajaja, no me hagas reír ahora, que estoy muy nerviosa.
- Vale, pero luego quiero que tengamos una charlita, acerca de esas teorías tuyas de que los gitanos son mejor gente, más sana y más pura que los payos. Ahora vámonos de aquí.
- Que no me hagas reír, tonto...
Hago un inciso: si van a criticar mi discurso, no me llamen racista, no lo soy. A mí me la soplan las razas, como español yo mismo me considero un "mil leches", una mezcla de sangre íbera, celta, romana, germánico-visigoda, árabe, judía y del pirata berberisco que violara a mi tata-tatarabuela en una incursión. Yo creo que lo que soy es xenófobo, que me suena más exótico. A mí lo que no me gustan son determinadas culturas y costumbres, las personas las juzgo por su comportamiento, no por su color o grupo étnico. Y las costumbres y "cultura" (por llamarle algo) del pueblo gitano, me dan AS-CO. No meto a todos los gitanos en este saco, pero comprenderán que no por ello voy a descuidarme ante sus bastantes generalizadas costumbres. Prefiero ser xenófobo antes que gilipollas Bambi.
Continuo: el episodio me recuerda a un capitulo de la novela "La hoguera de las vanidades" (buena radiografía de la hipócrita alta sociedad newyorquina): tras un asalto frustrado a la pareja protagonista (ella también se llama María) por parte de un par de delincuentes negros, a la pareja se les pone la libido a cien, tras haber combatido en la jungla urbana y haber vencido, y se van a casa corriendo a pegar un polvo con un calentón de narices.
Pues eso...
¿Pues eso? Pues pollas en vinagre: me llama mi hermana. No recuerdo cuál de las deliradas excusas que me dice es la más creíble, para que le recoja a su hija, mi sobrina, del colegio y se la distraiga hasta las siete. Ser el tío soltero y sin hijos tiene estas cosas, vales para comodín niñero. Según me dice María, si eres chica es aún peor; se te supone que te encaaaaantan los niños, los bebés y todos esos pequeños animales cagones. A tomar por saco la libido, la lucha en la jungla urbana y el sursum corda. A María no le gustan los niños, no es nada "niñera" y al fin y al cabo la pequeña es sobrina mía, no suya: libero a María de acompañarme a hacer de niñera.
Como tío, en el sentido familiar, soy un desastre. Un tío de esos que les habla a los niños de las desviaciones del marxismo, del poder de la banca y cosas así, que los niños no jaman ni papa. Además, los niños ante mi presencia oscilan entre el temor y la risa. Alejado ya de mi niñez, no consigo recordar qué mecanismo sicológico era ese de sentir temor y risa por alguien al mismo tiempo. En fin...mi sobrina no es difícil. Tiene 7 años (creo que por ahí anda...). Está bien educada para lo que se estila ahora. Quizás le ponga alguna película de Fassbinder para que se distraiga, no sé...ahora veremos.
Me planto en el cole. Pardiez, buenas mamás hay por aquí y yo aún tengo la libido alta. Sale mi sobrina, diálogo rutinario previsible:
- ¡Hola, tío Desclasado! ¿Y mi mamá?
- Tu mamá no puede venir, te recojo yo y te quedas conmigo hasta las siete.
- Pues cómprame chuches.
- Pues te voy a comprar una mierda, que tu madre no quiere que comas guarradas de esas.
- ¡Aleeee! Has dicho una palabrota, se lo voy a decir a mi mamá.
- Niña, no me toques los cojones que tenemos que pasar la tarde juntos, cariñín.
Y en ese plan.
Como no sé cómo de mal criada estará esta niña para comer, si voy a tener que enfrentarme a "esto no me gusta y lo otro tampoco", decido invitar a la señorita a un burguerqín de esos guarros que les gustan a los niños. Además así quedo de tío esplendido y rumboso.
Con la boca llena de hamburguesa y mostaza, surge la curiosidad lingüística: mi sobrina dice : "Sabo a mostaza"
¡Ajá! ¡Qué recuerdos de antes del internet! Anduve una temporada sin saber cómo se decía correctamente la primera persona del presente del verbo saber, de sabor. Y ahora mi sobrina me lo ha recordado. Al no tener Google y ser gandul para buscarlo en bibliotecas o sitios apropiados, oscilaba entre el "yo sepo", "yo se" y "yo sé" (con tilde), el "sabo" ya sabía que no era.
Por si a alguien le queda la duda, es "yo sé". Interesados en el desarrollo pueden consultar aquí:
http://forum.wordreference.com/showthread.php?t=172084
"Yo sé a mostaza"
Quizás les parezca esto una burrada, pero les juro que anduve un par de años o más con la duda.
Y yo debería saber ahora a María y no a hamburguesa comida con niña cagona.
El resto de la tarde bien, la niña pintando y yo leyendo unas cuantas revistas "El Jueves" que me ha pasado un amigo.
El Desclasado ha hablado.
Paseando, otra vez, por Vejer de la Frontera
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Paco de Lucía: Río Ancho
Hay sitios imposibles y sin embargo existen.
Tus labios, por ejemplo. Desafío al abismo,
inicio al infinito donde s...
Hace 1 semana
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