sábado, 3 de septiembre de 2016

Cuando a Caperucita le dijeron que el lobo era bueno.

Como decíamos ayer, el antaño feminismo, hoy devenido en un feminazismo herramienta del Sistema, está cada día más tarado.
Andan enzarzadas nuestras guardianas de la moral en una defensa del burkini como símbolo de la libertad de la mujer. No, al que se le ha ido la cabeza no es a mí; lo que estoy diciendo es cierto y en el vertedero de Twitter tienen mil ejemplos.
En realidad esto no debería venirnos de sorpresa. Han estado justificando, negando u ocultando todas las machistadas del Islam, violaciones incluidas, al tiempo que detectan innumerables machismos, micromachismos y suputamadremachismos en el hombre europeo heterosexual. Esta claro de qué parte están.
De entre las muchas y todas malas consecuencias que trae darles poder, dinero y medios de comunicación a estas locas del coño, hay una que me preocupa más que las demás: están volviendo gilipollas a las niñas. 
Tenemos a las niñas enseñando el culo (literal), con madres taradas riéndoles la gracia diciendo que van muy monas y que si no enseñan ahora ¿cuándo van a enseñar?, convirtiendo socialmente "el enseñar" en una especie de anhelo generalizado femenino. Bien, vamos bien. 
Mientras nuestras niñas enseñan el culo vestidas como putas de hace 20 años, le abrimos la puerta a millones de "Refugees" (en adelante refullís por comodidad escribiente mía): moronegros de entre 15 y 40 años, salidos sexualmente como monos, con un concepto de la mujer europea como objeto a tomar al asalto. Niñas tontas enseñando el culo y refullís con la violación inscrita en su ADN. Niñas vestidas como putas de hace 20 años junto a mandriles medievales que consideran a la mujer botín de guerra. ¿Qué podría salir mal?
Oh, sí, por supuesto: los europeos somos peores e invadimos a estas bellísimas personas, violamos a diario y le pegamos a la mujer a cada ratito. Si ya sabemos las feminazis de qué parte están.
Pero por si algo aún pudiera salir mal, ya se están encargando de que salga peor: están lanzando a las niñas a las garras de sus verdugos: están desactivando los mecanismos de defensa instintivos de la sociedad. Ahora lo explicaremos. 
Para entenderlo vamos a a explicar primero como va actualmente la escala feminazi de liberación/opresión de la mujer. Vamos, nenas, pongámonos las gafas violeta y hagamos un tour por la maravillosa y mermada percepción mental feminazi:
¿Qué está viendo en la foto?

Esto son mujeres, niños y ancianos que vienen huyendo del hambre y la miseria. Un ser humano mentalmente sano diría que son varones en edad militar que vienen polla en mano a ver lo que pillan, que hay mucha puta en Occidente. Pero ¿sabrá más una persona mentalmente sana que una adoctrinada feminazi?
Esto son niñas empoderadas que su cuerpo es suyo y hacen con él lo que quieren. ¿Estamos? Obsérvese lo bien que acoplan los de la foto anterior con estas empoderadas. Y eso es bueno porque promueve el mestizaje. 

En cambio aquí vemos a una mujer adulta oprimida por el heteropatriarcado machista fascista realmadridista, que le obliga a mostrar su cuerpo contra su voluntad, a depilarse y a no parecer un orko de Mordor, todo ello, repetimos, contra su voluntad, de ahí esa expresión de amargura. Y fijo que el marido le pega y la viola.

Mujeres totalmente liberadas que en el uso de su libertad deciden vestirse así de tétricas, quizá porque son góticas, sin que el heteropatriarcado ejerza ninguna presión sobre ellas.

¡Ajá! Una de las claves. El amor romántico, esto es: la libre elección entre personas para decidir juntarse atendiendo al deseo mutuo sin más imposición, mata. Es mucho mejor que con 8 años concierten tu matrimonio o que te vendan por un par de cabras. Si te venden por 2 camellos ya es la hostia,¡menudo negocio hemos hecho! Fátima: abre el coño que te voy a hacer otro bombo más; si sale macho pa conquistar la cristiandad, si hembra la vendemos como máquina paridora y esclava sexual. El amor romántico mata. A veces de gusto.

El mal en estado puro. Un hombre blanco heterosexual de ascendencia judeocristiana. El enemigo a abatir. Es tan fuerte su malignidad que su sola presencia en este blog lo contamina de machismo fascista chefónogo. Una verdadera feminazi no lo es por amor a la condición femenina; lo es por odio a la condición masculina. El cuánto hay del odio a la envidia, es algo aún por baremar.
De entre sus múltiples maldades podemos destacar la invención de las vacunas, la implantación de los derechos humanos, la abolición de la esclavitud, la enseñanza obligatoria... La galería de los horrores es tal que no acabaríamos. Machete al machote.

Pero ¿esto qué mierda es? Disfraz de princesa heteropatriarcal que perpetúa los roles de género. Las niñas no quieren ser princesas, eso es algo inculcado. Las niñas quieren ser ingenieras de la Nasa o, en su defecto, chonis malhabladas de programas de televisión. Malhablás pero muy empoderás.

Niño que quiere ser princesa y se disfraza de princesa. Y esto es algo muy positivo que nos debe llenar de ternura y emoción. Para el mundo feminazi, la condición de princesa es mala para la niña y buena para el niño. Y a esto le llaman igualdad. Que se lo expliquen ellas que entre el burkini y esto yo ya me he perdido. Explorar en las contradicciones feminazis es como infiltrarte en un manicomio para hacer un reportaje: si no sales a tiempo te vuelves loco.
Tras este tour en el que hemos visto que el feminazismo puede ser una cosa o la contraria, según convenga (según convenga atacar a los valores occidentales), vamos al grano.
El mundo es un sitio cruel. No es un lugar seguro. Incluso en la isla de relativa seguridad que hemos construido en sociedades de corte occidental, a los niños se les ha educado con el no fiarse de desconocidos, no irse con cualquiera y estar atentos las intenciones de "los malos". Porque siempre hubo y siempre habrá malos: atracadores, pederastas, violadores... Si usted me está leyendo, dé por seguro que sus antepasados no iban con bromas a la hora de defenderse de los malos o hacer de malo y atacar a los de al lado para quitarles sus recursos. Sí, cariño y cariña: sus antepasados fueron unos perfectos hijos de puta, por eso usted ha llegado hasta aquí.
Pero esos perfectos hijos de puta hicieron algo bueno: construir una sociedad internamente más segura y socialmente más justa. Las luchas obreras consiguieron mejoras sociales. Las luchas de la mujer consiguieron sociedades con igualdad de oportunidades. El monopolio de la violencia por parte del Estado trajo sociedades más seguras con el fin de evitar que la gente tomara la justicia por su mano y se constituyese en un poder paralelo. El amor romántico impuso la libre elección entre personas dotando a la mujer de la categoría de sujeto activo en la elección de pareja, no mero objeto a subastar. Con todos sus defectos que son muchos (si quieren otro día hablamos de ellos), hoy se vive mejor en Occidente que en ningún otro sitio del mundo. 
Pensar que nuestra mentalidad grupal, plena de derechos, igualitarismos y solidaridades, es trasladable al resto del mundo es caer en un infantilismo estúpido y suicida. Un afgano criado según la escala de valores imperantes en su país no se convierte en un vegano feminista tal y como pisa Europa. 
Alguna vez ya comenté el error del barbudo: la lucha de clases no es el motor de la Historia. El motor de la Historia es, ha sido y será, las invasiones de unos pueblos por otros. Y el motor de la Historia se mueve de nuevo: estamos asistiendo a la invasión de la antaño cristiandad por el pueblo islamista. No, un afgano no se convierte en un vegano feminista al pisar Europa; lo que ve es un pueblo amariconado, envejecido, inmerso en contradicciones, sin valores firmes. Lo que ve es un pueblo débil listo para conquistar. Ve esto: 

 Y ve a saber si no piensa en esto:
Las mujeres en gran parte del mundo, ese mundo cruel del que hablábamos antes, son producto a subastar, botín de guerra o meras esclavas sexuales. Y nuestras empoderadas no son una excepción. 
Mientras se alienta la venida de gente con estos valores ajenos a los nuestros, al tiempo se alienta que una mujer pueda ir donde quiera, cuando quiera y como quiera y que "no es no". Es tan sencillo como eso: si una banda de refullís pretende violarte porque vas por ahí suelta y, según su concepto, vestida como una puta, tú le dices que no es no y ellos lo entienden. Además, ¿por qué iban a querer violarte los refullís? Eso sólo lo hace el malvado hombre occidental, que esa es la versión que te han contado en la tele y has leído en artículos feministas. Los refullís son todos ingenieros y cirujanos, el Islam es la religión de la paz (que esté en guerra en todos los sitios es casualidad), y vienen buscando un mundo mejor, no a imponer sus costumbres.
Y ni siquiera hace falta meter a los no occidentales en esta historia, aunque estadísticamente sean los campeones de la violación; cualquier occidental malo también se puede pasar el no es no por el arco del triunfo.
Le están diciendo a Caperucita que el lobo es bueno, que el malvado es el cazador, el malvado hombre occidental heterosexual, que antaño hubiese salido en defensa de Caperucita, pero hoy, entre castrado y acobardado, piensa que Caperucita, tan empoderada, ya se defenderá ella sola.
Yo no le diría a mi hijo que fuese con la cartera rebosando de billetes a la vista y un Rolex en la muñeca que se metiese en un barrio de mala nota, porque un hombre puede ir donde quiera, como quiera y cuando quiera y ese es un derecho que nadie le puede quitar. Más que nada para no tener que ir a buscar a mi hijo al hospital, desplumado y apaleado. No saber que los actos traen consecuencias, que los malos tienen otro concepto de tus derechos, es lo que tiene. 
Pero no le puedo decir a mi hija que cuidado donde se mete con unas copas de más y enseñando el culo, porque eso sería coartar su libertad como mujer y su infantil derecho a meterse en líos sin medir que el mundo no es Walt Disney, que ella es una presa fácil y que los malos se cagan en su empoderamiento ficticio que se derrumba al primer puñetazo que le metan en el hocico.
Cuando le pase algo ya le comentaré que la culpa no es de ella, que es del agresor, que hay que acabar con el machismo en el mundo, que welcom refullís, que el heteropatriarcado es criminal, y que siga ejerciendo su derecho como mujer empoderada a ir donde quiera, como quiera y cuando quiera sin medir posibles consecuencias. Si aprendió el perro de Paulov, espero que mi hija aprenda que una cosa es la película que les han vendido y otra la cruda realidad. O que se ponga un puto burka y así no va desatando el deseo masculino. Esto último cuenta con la aprobación oficial feminista y así todos contentos.
Pobres caperucitas la que les espera. Acabarán desequilibradas mentales. ¿Acabarán?

Todas las fotos han sido tomadas de Google Imágenes.