Hay cosas que no entiendo...

!Qué viene el Papa...! Y a mí me la sopla. Me pasa con la Iglesia como con Franco: me parece que los mantienen vivos sus enemigos, tanto hablar de ellos. Leo comunicados de la Iglesia y suelen parecerme bastante acertados en temas sociales, no así en temas morales. Pero también observo que si de un comunicado es el 90% aprovechable en cuanto a justicia social, los anticristos sacarán el 10% restante fuera de contexto para hacer propaganda antiobispos.

Mi relación con la Iglesia es una especie de entente cordiale en la mutua indiferencia; ellos no me obligan a nada, yo no me meto en lo que sus fieles, por voluntad propia, quieran creer. El Papa no me firma convenios colectivos que me joden, los obispos no hacen leyes, el cura de mi barrio no me presiona a nada. Así que paso de hostigarlos. Cuestión de prioridades: me preocupa más gastar mis energías con quien terrenalmente me jode, mi espíritu ya me lo organizo yo. Fin de la jugada. 

Quedaría lo de la venganza histórica: "Como la Iglesia ha hecho tanto mal, yo por designio cuasi divino (nadie me ha designado para ello, así que debe ser obra de Dios tal misión) me erijo en vengador histórico y voy a hostigar a la Iglesia". Las venganzas históricas nunca tienen fin, tras una viene la revancha de la otra. Me da a mí también que quien se erige en justiciero del pasado es porque le faltan pelotas para erigirse en justiciero del presente. A moro muerto, gran lanzada y todo eso.

Añado que sí, yo confieso, que pasé mi época juvenil anticlerical apoyado en teorías tan contundentes como que "mola meterse con los cuervos de los curas". En medio de una misa y cuando el cura ha dicho "...cordero de Dios...", yo he dicho a grandes voces: "¡Pues vengan unas chuletas de ese cordero!" entre risotadas de los amigotes y más risotadas cuando nos invitaban a irnos. Nos íbamos a reírnos con nuestra "hazaña" que, sin duda, hizo  temblar los cimientos del templo de San Pedro. Pecados de juventud que hoy me sacan una sonrisa, esfuerzos estériles sin más dirección que reír y sentirse rebelde.

Mi relación con Dios acabó formalmente antes. Español hasta la médula, practiqué de bien niño la que describe Sánchez Albornoz como típica relación del español con Dios: si me sirves te serviré, te sirvo porque me sirves. O ya en un supuesto práctico: "Ayúdame a ganar la batalla contra los hijoputas de los moros y te levantaré una catedral que te vas a jiñar de gusto, cabronazo". ¿No me sirves?: non serviam.

Así que siendo niño le pedí a los Reyes, que ya sabía que eran los padres y las madres y el progenitor A y el B, un Scalextric. Los progenitores y las progenitoras A y B me vinieron a responder al unísono algo así como que:  "¿El señor lo quiere recreando el circuito de Montecarlo o el de Le Mans?". Como estaba bastante gilipollas y no me daba tiempo a buscar en una enciclopedia ambos circuitos para elegir, me dejé llevar por mi instinto y si bien Montecarlo me sonaba a chorbas finas, tías de lujo, mucho esmoquin y casino, Le Mans me traía aromas a Steve McQueen, a olor a rueda quemada y a jugarse la vida. Como todos los niños somos homosexuales, según educación para la ciudadanía (es ironía, pero no tanto), hasta los 8 años o así (después ya somos maricones), elegí el sudor macho de Le Mans frente a las chorbas finas montecarlinas.

Los Reyes me dejaron un puto Geyperman, como siempre. Yo no sé cómo puedo hoy ser una persona más menos estable con tanto trauma en mi infancia. Estas cosas tienen que dejar huella:

Vamos... si es que es para volverse maricón antes incluso de los 8 años... No me digan ustedes...

Muertos para mí a la freudiana manera el progenitor A y la progenitora B, o al revés, quedaba Dios. ¿Lo puede todo? Vamos a verlo... Sírveme y te serviré, me puse a rezarle a Dios para que dejase un Scalextric debajo de la cama. No sólo a Dios: por aquello del género y como oía a mi abuela decir que tal virgen, patrona de la ciudad, se enrollaba bastante en las peticiones, pues también a la Virgen. Hacía yo a Dios como más ocupado y la Virgen como más ama de casa de esas que después dejar a los nenes en el cole se van al gimnasio a comparar con las amigas quién lleva el maillot más osado, o sea, qué atrevida, con ese tipo ya podrás. Así que si a Dios le rogaba viril, recio, a la Virgen lo hacía más cuco, más picarón. También aparte de rezar, por supuesto, fui un niño bueno durante esa temporada.

Ni Dios ni la Virgen, ni el Le Mans ni el Montecarlo, ni su puta madre. Allí no apareció nadie. Sintiéndome estafado y de una manera abstracta que entonces no podía concretar, algo más sentimental que racional, decidí que non serviam. Desde entonces fue mi relación con Dios (y con la progenitora B, la Virgen) de igualmente mutua indiferencia: él no me molesta y yo dejo en paz y respeto a quien quiera creer en él (mientras no me agobie a mí).

Así que estaba yo en este, mi contexto histórico, viendo ayer la tele pata en alto. Alucinado con la cantidad de basura por hora que puede emitir Tele 5 y las simplezas de las demás cadenas. En estas estaba cuando vi algo que me dejó mal cuerpo: Rouco levanta la excomunión a toda abortista que se arrepienta, con motivo de la venida del Papa a Madrid. No daba crédito. Lo primero que pensé es que quién coño es el subnormal que asesora a la Iglesia en estos temas. Lo segundo, ya en la teoría de la conspiración, es que como no se puede ser tan subnormal sin querer, y menos una institución con tanta experiencia, es que la Iglesia está haciendo el papel de enciende fuegos para el Capital: algo sí como: "¡Eh, Iglesia!: decid alguna gilipollez de las vuestras que maree al personal mientras se la metemos doblada al pueblo por otro sitio". Bajada de pantalones estúpida, estéril, ganas de caldear el ambiente con un tema sacado de quicio por todas las partes, decepción de que los pecados mortales sean al gusto de Rouco, no haya linea referente a seguir. ¿Pero cómo se les ocurre semejante astracanada? 

No entro ahora en el tema en sí del aborto: de sobra he dicho que tan disparatado me parece el aborto deportivo, militante, bibianesco-feminista, como el no abortar intransigente de quien lleva un feto malformado, peligra su vida o sencillamente va a traer al mundo un carne de cañón más. No es el aborto en sí de lo que hoy hablo; es de la postura de la Iglesia; esa yenka izquierda-derecha; los mil males del Infierno, pero te perdono si vienes a ver al Papa; abortar no está tan mal si luego te arrepientes; tengo linea directa con Dios y me ha dado permiso para soltar esto por mi boquita.

Me jode en estas ocasiones que Dios no exista, que tampoco sé sí existe o no, para no poder tener una charla con él y preguntarle: ¿Dónde coño hiciste el casting pa pillar a estos, tío? ¿Pero en serio esto era lo mejor que tenías para que se erigiesen en tus representantes en la Tierra? Desde luego que tu reino no es de este mundo, no hace falta que lo jures... (Por un Scalextric reconsideraría mi postura -es metáfora, claro, me refiero a su equivalente actual a mi edad; ya sabes: un apartamentito... algo así- ).