martes, 6 de diciembre de 2011

Vía minera Ojos Negros. Cuaderno de a bordo. Día 1.

Pues al fin salimos a hacer la Vía Verde de Ojos Negros. Cargados como mulas, con la moral bien alta, con escaso dinero (vaya novedad), pero mucha dignidad, dejamos el coche en la localidad valenciana de Sagunto e iniciamos la marcha, cuesta arriba, hacia la localidad de Ojos Negros en Teruel.
Recordarán de anteriores episodios que tenía amenazada a mi amada para que comiésemos de restaurante y durmiésemos de hotel, tal y como yo quería, y no dormir en tienda y comer de hornillo, tal y como ella se empeñaba. Sí, sé que soy duro, pero soy recto.

Día 1. No mandé mis naves a luchar contra los elementos.
La localidad de Sagunto tiene mucha historia. Es una ciudad grande y se ve muy viva. Hablan catalán por la calle, o valenciano, que por eso no voy a discutir, ni por si el argentino es castellano o tiene entidad propia. Está llena de vestigios romanos, árabes, cristiano-medievales, y de todo el que pasó por aquí. Enredamos un poco viendo cosas de estas antes de salir. Creemos que nos lo podemos permitir porque no hemos salido del final del trazado original: el Puerto de Sagunto, que dista unos kilómetros de la capital. No subimos al castillo, que parece prometer bastante, sencillamente por perrería de no empezar ya a subir cargados, tiempo habrá de ascender. Obligada mi amada por mí a comernos un buen almuerzo en un bar (empezamos espartanos), bocadillo tamaño Tarzán de lomo con tortilla francesa, iniciamos por fin la marcha a eso de las 12 del mediodía. 
Según nuestros cálculos la entrada de la vía minera dista unos 14 kilómetros de Sagunto. Y ascendemos de prácticamente el nivel del mar a unos 140 metros. Lo hacemos por la carretera nacional, muy tranquilita al haber autovía paralela. Petrer, Gilet, Estivella... Se suceden los pueblos, muy aseados, rodeados de mares, más bien océanos, de naranjos. Tras el primer cuarto de hora de calentar y acostumbrarse al peso de la bici cargada, lo que las vuelve algo inestables, vamos subiendo sin complicación y mantenemos una marcha tranquila de sobre 15 kms/hora.
Llegamos a Torres Torres, inicio de la vía minera. Salimos del pueblo ya buscándola. Se pone a llover. Suave al principio, "serán 4 gotas", va progresivamente cogiéndose. Sacamos los chubasqueros. "No nos va a detener el agua". Sorpresa: si bien la vía está en su mayor parte acondicionada de puta madre, con firme de riego asfáltico (asfalto con algo de arenilla fina, para que lo entiendan), este primer tramo, por alguna razón que se me escapa, está sin acondicionar: es tierra, pura tierra que se empieza a embarrar.
- Esto... ¿Y si volvemos a Torres Torres y nos refugiamos en un bar hasta que amaine?
Bar en Torres Torres. Que si pa dónde vais, que si os ha cogido la lluvia, que si préstennos unas bolsas de basura para proteger del agua las alforjas y el equipaje. El puto diluvio. Se levanta ventolera. Agua y ráfagas de viento. Dios está muy enfadado. Bueno, cuando se enfada el de las barbas nos manda diluvios, cuando se enfadan los Mercados nos dejan en la indigencia. No sé yo qué es peor. "Agua para todos", decía el PP de por aquí. Desde que ha ganado Mariano se suceden las desgracias.
Pasan las horas. No cesa la lluvia. Aquí no podemos quedarnos, tan patéticos, sin poder montar la tienda sin empastrar todo. Sin ningunas ganas de coger un hostal nada más salir. Se imponen soluciones drásticas. Asumo que haremos la vía sólo de bajada, no de subida:
- Mira, vamos a la estación de tren más cercana y cogemos un tren a Teruel, a lo más cercano a Ojos Negros, y allí ya veremos.
- ¿Siiiiií? No me lo puedo creer. ¿De verdad que no me mientes? - dice mi amada.
- Ya me jode, ya...
Y se pone a hacer bailecitos mientras canta: "¡Titirí, titirí, nos vamos a Teruel en tren, titirí!"
Pues para buscar la estación más cercana mejor dejarnos caer que seguir subiendo. Pero la más cercana es Algimia, subiendo un poco. A Algimia. Llegamos empapados, aunque el chubasquero cumple su función. Y allí nos enteramos de que en esta parada, un pueblo pequeño,  sólo paran los "borregueros" que no llegan más que a Caudiel, a muuuuuchos kilómetros de Teruel, y que además van parando en todas las estaciones. Solución: volver a Sagunto y pillar el tren a Teruel. ¿Que por qué no pillar el coche y subir a Ojos Negros en coche? Porque queremos tener el coche al final del trayecto, no acabar rendidos y tener que tomar un tren para llegar al coche.
A Sagunto.
Problema que ya conozco de blogs y foros: los designios de la Renfe para subir bicicletas en los trenes, son inescrutables. Y menos sin previa autorización. En las distancias cortas es cuando una colonia de hombre se la juega. Ahora veremos...
Agua y más agua. Algunos hijos de la gran puta de conductores nos pasan muy cerca por la carretera acabándonos de empapar. Otros son respetuosos. En Gilet nos dicen que tomemos a Sagunto un camino interior que va por el "Río Palancia" y nos indican cómo hacerlo. Un rato perdidos por caminos, más bien sendas anchas, dentro de un río más pedregal que río, por fin llegamos a la Renfe de Sagunto. Mi amada se quita el chubasquero, "debo estar horrible".
- ¿Qué haces? Déjate el chubasquero puesto, que demos pena.
- Ah, sí, también es cierto. 
Taquillas. Un barbudo. 
- Mire, queríamos dos billetes para lo más cercano a Ojos Negros, en Teruel.
- Pues eso será Monreal...
- Vale, pues dennos dos. Llevamos bicicletas.
- ¿Cómo?
- Naa, que llevamos ahí dos bicis y eso.
Sale el inquisidor que todo español lleva dentro. Juraría que el muy cabrón sonríe sádico.
- ¿Tie-nen au-to-ri-za-ción pre-via?- (¿Se está deleitando?)
- Oiga, ¿nos ha visto cómo vamos?- Me echo hacia atrás para que vea el empapamiento en todo su esplendor.
- Yo lo siento, pero las reglas son las reglas, sin autorización previa no puedo dejarles pasar.
- Mire... el reglamento de la Renfe en su artículo 34 lo especifica bien claro: "podrán subir hasta 5 bicicletas por unidad, sin previa autorización".- Recuerden, amigos: cuando vayan de farol muestren una seguridad absoluta. Vete a saber qué dice el puto reglamento de la Renfe en su artículo 34. - Así que me va a dar su nombre y voy a llamar por teléfono haber quien me puede solucionar esto, ya que usted no conoce el reglamento ese que me acaba de nombrar.
- No, bueno, un momento, yo lo que quise decir es que dependerá de si el interventor les deja subir...
- Ya, y mientras, ¿cómo vamos a arreglar esto?
- Pues les voy a hacer una autorización para pasar sin billete, y que el interventor decida...- Y suena a un "me lavo las manos con los listos y que se coma otro el marrón". España, siempre te llevamos en nuestros corazones.
Redacta un documento con encabezado de la Renfe, escribe mi nombre, "llevan bicicletas", y no recuerdo qué formalismos más. De momento mi colonia de hombre se la juega con gracia. Veremos...
Al andén.
Llega el tren. Preguntamos en la máquina, por la ventanilla abierta:
- Por favor, ¿el señor interventor dónde está?- Y no pregunté por "Su Ilustrísima el Señor Interventor", porque no me acordé. Cuando uno se ha de arrastrar se arrastra con todo el equipo. Para la presa cuervos, para la lid leones.
No es ninguno de los dos que están en la máquina, pero nos dicen que subamos al vagón del medio y que ya vendrá Su Excelencia, Grande de España, el Señor Interventor de la linea a Teruel.
Subimos al vagón del medio. Ganchos en el techo para prender 3 bicicletas y ya hay 2. Pero... el tren arranca y allí no ha venido Vuecencia. Apoyamos las bicis con todo el equipo como buenamente podemos. Esperamos junto a ellas. Por el cristal entrepuertas vemos avanzar por el vagón posterior al nuestro, a un hombre grandote, uniforme azul, también barbado, pidiendo billetes. ¿Tiene cara de buena, o de mala persona? En breve lo sabremos... Entra ya en nuestro vagón.
- Hola, usted debe ser el interventor...- No me arriesgo con lo de "señor interventor", no sea que le suene a rechufla y caigamos con todo el equipo.
- Sí, ya veo que llevan bicicletas. ¿Tienen la autorización?
- Sí, mire.- Le muestro muy rápido el papel plegado con el membrete de la Renfe que pone "Autorización", y sigo hablando para despistar. - Lo que ocurre es que el billete nos han dicho que lo compremos aquí mismo, tras preguntarle qué población es la más cercana a Ojos Negros. 
- Pues será Monreal... Qué raro que no me hayan avisado de que venían dos bicis más, si esto está informatizado...
- Hombreee, usted ya sabe cómo funciona este país. Si yo le contara de mi trabajo...
- Sí, la verdad es que nos meten en cada compromiso a los interventores con esto de las bicis... Pero, ¿si a mí que más me dará que entren bicis mientras quepan? Pero, ¿sabe lo qué pasa? Pues que cualquiera que se queje y denuncie a la Renfe, ya tenemos el marrón. Hay gente muy estúpida y a la hora de salir del tren le molesta una bici, así como tienen las suyas apoyadas junto a la puerta, denuncia a la compañía y el marrón me lo como yo, por haberlo permitido y me expedientan.
- La verdad es que vivimos en la cultura de la queja y la denuncia...
- Bueno, entonces, ¿2 billetes a Monreal?
- Sí, por favor.
33 euros más tarde se va el Señor Interventor, una buena persona, sin duda. María venga el bailecito, "¡Titirí, titirí, nos vamos a Monreal en tren y que se joda la lluvia, titirí! Ay, qué me van a ver..."
La cagamos: siguiente estación, Segorbe, suben ¡6 bicicletas! Esta vez el interventor acude raudo. Tenemos el espació entre vagones hecho una tienda de bicis, ya hay 10 bicicletas. Tienen autorización, expedida hace 2 meses, y la muestran. El interventor murmura algo así como: "A mí me van a volver loco, pero ¿cómo pueden dar autorizaciones con dos meses de antelación y yo no estar informado?"  Nos pide que por favor montemos un Tetris bicicletero y ocupemos el mínimo espacio. Resto del viaje sin más sustos en este aspecto. Una tras otra se suceden las estaciones, en todas llueve, desde las ventanillas al ser de noche no se aprecia. Conforme ascendemos el termómetro del panel del tren va descendiendo. 15, 13, 11, 7 grados al llegar a Teruel capital, donde también llueve. Siguiente parada, ¿Caudé?, ya no llueve. Llegamos por fin a Monreal, está despejado. Hace frío, pero se lleva bien con ropa.
- Y ¿ahora qué hacemos? No iremos a montar la tienda de noche sin conocer el terreno...
- Pues de momento vamos al pueblo a ver qué hay...
Está el pueblo a un par de kilómetros de la estación. Llegamos sin contratiempos. Son las 20:30, pero hay una tienda abierta. A María se le ha olvidado el cepillo de dientes y compramos uno ahí, al tiempo que preguntamos por un hostal que dejen entrar bicicletas. "En el Botero no os pondrán problemas", nos dicen. Hablan mañicooo. "El Botero", me suena a las calderas del infierno. Pues no: hostal con restaurante, limpio y agradable. Vale, podemos entrar bicis y 37 euros la habitación doble con baño. Hecho. María y sus putos bailecitos me está poniendo a parir. "¡Titirí, titirí, vamos a dormir calentitos en hostal, titirí!" Viene el nombre de Botero porque venden botas de vino, de esas de piel curtida, e incluso odres grandes hechos con pellejo cosido de cerditos.
Cena: alubias blancas con oreja de cerdo, codillo, trucha con jamón, sopa de pescado... No es un menú vegetariano, no. Está buenísimo. Vino rosado y gaseosa para beber. Tras la cena pedimos otra botella de vino. Yo también hago bailecitos ya a estas alturas. Titirí, titirí, mañana verás qué resacón, titirí, canto yo. No mandé mis naves a luchar contra los elementos. Recomiendo el hostal, si alguna vez pasan por allí, son amables, la comida está rica y está todo bien limpio.
Acabamos el día con 42 kilómetros totales de bici, toda una hazaña teniendo en cuenta que ya estamos en Teruel. En esta tienda de campaña dormimos el día 1:


De posible sexo no me acuerdo: tras la segunda botella de vino me suena no sé qué de "nos subimos unos botes (de cerveza) a la habitación". Es duro vivir en la carretera.
Advertencia: pese a que la jugada nos salió bien, no recomendamos a nadie jugársela con la Renfe y las bicicletas. Por las mismas te puedes quedar tirado en la estación de turno.

11 comentarios:

  1. jijijijijiji estooooo... ¿qué dijimos antes de partir?... jejejeejejeeee a María le ha salido todo rodado y sin pedalear jaaaaaaajaajajajajajaja
    Achuchones!!!

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  2. No cantéis victoria, jaja, que a María le quedan por delante muuuuchos kilómetros y no todos en bajada.
    Mira que me acordé de vosotras cuando empezó a llover y, por fin, decidí que había que coger un tren, que no era plan seguir allí paralizados. Qué vergüenza luego contarlo, pensé, jaja.

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  3. jajajaja Descla la tienda con ese colchón hinchable, mola ogollón, ¿de Decthlon?? eg y las latas de fabada la Asturiana recalentadas en hornillo, un placer para el paladar....jajajajaja bueno y que más hicisteis, esto tiene segunda parte o qué....y la vuelta!!
    Besosssssssss

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  4. Rectificar es de sabios. Ergo eres un sabio.

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  5. perdona todas las letras que me he comido...pero es la hora de comer.
    Más besos

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  6. Yo no rectifiqué, Maireen, fueron las naves y las tormentas, jaja.

    Carmela, sí, es de 4 días, pero lo hago a trozos para que no quede larguísimo.

    Besos.

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  7. Maria es mi idola, ya esta.
    Genia total.
    Y el resto del cuento? para cuando?

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  8. Qué risa. Espero las próximas entregas. De momento sólo diré que te admiro por esa rectitud frente a las mujeres, que ya está bien de metrosexuales que acaban haciendo lo que quieren ellas: todos recordamos cuáles fueron tus principios.

    La tienda, muy bien puesta. Y el artículo 34 sí que dice algo de las bicis, ahora que pienso. Ah, y lo de los menús vegetarianos de los pueblos, tienes razón, jaja, comedidos que son.

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  9. Titirí, titirí, doblada y sin vaselina los elementos te la metieron a ti...jajajaja
    Yo es que le hubiera dado besos a Maria hasta en el carné de identidad cuando me descojoné con su primera danza del titirí...jajaja
    ¡Buen viaje!
    Salud

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  10. Esta tienda mola, ¿de cuantas plazas es, ja, ja?
    ;-)

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  11. Ah, todo sea por el tipito, que decía tu amada, jajaja!! voy corriendo a ver la segunda parte.

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