Queridos amigos: hoy aprenderemos cómo convertirse en un sindicalista del sistema. Un sindicalista que no sigue más que su propio interés y el de la organización en la que milita, vendiendo su fuerza de trabajo para el sistema, encarnado en el gobierno de turno. Esta fuerza de trabajo que vende el sindicalista sucio, consiste en convencer a los trabajadores de que él representa sus intereses, mientras realmente defiende los intereses de sus amos y es recompensado por ello. Lo que toda la vida se ha llamado un "vendedor de crecepelo", un vendemotos o un vendecabras.
Antecedentes. Creación del campo de trabajo.
Durante la transición, el país se vendió al capitalismo puro y duro. Al capitalismo puro y duro no le interesan los sindicatos honestos que realmente defiendan los intereses de los trabajadores. Hubo que crear un sindicalismo de fachada, que al mismo tiempo que tuviese a los trabajadores en el redil, mantuviese en inicio un enfrentamiento por aquello del "divide y vencerás".
En el campo sindical teníamos unas comisiones obreras combativas. Fundada por comunistas y falangistas contrarios al régimen, junto a sectores católicos obreristas, mantenía una lucha sindical honesta.
Por otro lado la sempiterna ugeté, que ya en tiempos de Primo de Rivera era "pactista" hasta la médula, había dormido la larga siesta durante el franquismo para posteriormente venderse como luchadores antifranquistas de siempre. Un sindicato que realmente no engaña tanto: son mamones hasta el empacho.
Tercero en discordia un sindicato peligroso con el que hubo que acabar tempranamente: la ceneté. Si bien durante el franquismo los anarcosindicalistas siguieron con su cainismo eterno en forma de luchas internas, durante la transición logró un repunte. Nada raro dada la larga tradición anarquista española. Su peligrosidad venia dada porque la ceneté no acepta las reglas de representatividad del sistema: la asamblea de trabajadores es soberana y no acepta listas cerradas ni representatividades irrevocables de personas que se compran con facilidad. Para acabarlo de arreglar no acepta ni subvenciones ni liberaciones. No acepta representantes que no se puedan revocar automáticamente en una asamblea, no acepta dinero ni prebendas en forma de no tener que ir al trabajo, no hace falta -creo- que explique más su peligrosidad. Con la ceneté se acabó de la forma más sucia, posiblemente vía los servicios secretos del estado, en el "Caso Scala". Para interesados, la wikipedia hace una somera aproximación valida. Si tienen mas interés escarben en internet que hallarán:
http://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Scala
Herida de muerte la ceneté, las disputas internas acabaron de rematarla. Sufrió una escisión que tras proceso judicial acabó en las siglas "cegeté", en la actualidad la ceneté sobrevive de forma testimonial, compuesta de puristas del pensamiento anarquista, perroflautas jóvenes rebeldes sin casa que por eso viven en casa de los padres, y tipos honestos que acaban quemados y se van a casa.
La cegeté en las secciones sindicales suele funcionar bien y en la gestión general es un desastre en el que, como en su organización madre ceneté, unos se expulsan a otros, los líos internos se suceden y en ese plan están. La cegeté sí acepta liberados, subvenciones y el sistema de representatividad sindical.
Cerraba el círculo la uso, organización inicialmente católica combativa, hoy sobrevive de forma más o menos digna en cuanto a presencia, pero con una esquizofrenia ideológica importante: va por provincias, en unas son fachas y en otras son rojos.
Este era a grandes rasgos el panorama sindical en la transición. Muerta la ceneté, sin presencia importante la uso, quedaba comisiones obreras y una ugeté con historia anterior y patética historia reciente. Pero... la ugeté era el sindicato del pesoe... Y no interesaba un solo sindicato fuerte, interesaba, lógicamente, dos sindicatos enfrentados.
Resumiendo: el sistema crea tal entramado legal de prebendas a los "sindicatos mayoritarios" que resulta muy difícil para un sindicato naciente que quiera ser honrado, competir, dada la desigualdad de condiciones. Prebendas en la representatividad, prebendas en forma de mucho dinero por "deudas históricas" (tóquense las narices, que comisiones ni existía durante la guerra y también entra en este saco), prebendas y más prebendas: sumen dos y dos a ver si les da cuatro: sindicato comprado, sindicato vendido.
La antaño rivalidad entre unas comisiones obreristas y una ugeté pactista se va diluyendo. Unidos por el mismo interés: la pasta y el poder, van acercando posturas hasta confundirse, quedando la antigua rivalidad sólo en los tajos, donde ingenuos obreros viendo como pelean por sacar más delegados, aún creen en la rivalidad entre ellos y aún no saben que sus dirigentes se van de putas y mariscadas juntos mientras se ríen de los trabajadores que les mantienen.
Si me apuran, las comisiones del cara pánfilo de Fidalgo estaban incluso a la derecha de ugeté, lo que ya empieza a ser casi extrema derecha. Ahora, con el cara bobo de Toxo, no me he fijado aún lo bastante para encuadrarlos, imagino serán derecha moderada. Es que superar a Fidalgo es muy difícil; sólo caracteres acerados como Blas Piñar consiguen acercarse.
Y vista la historia reciente, vamos con la guía práctica.
A ver...
1) ¿Consideras que mereces más pero sabes que eres un inútil? ¿No tienes escrúpulos para engañar a tus compañeros de trabajo? ¿Quieres vivir sin trabajar y disfrutando de cierto poder?
Si has respondido "sí" a estas preguntas y en la política ya has fracasado porque muchos son los llamados y muchos los apuñalados por sus propios compañeros de partido, si en el mundo de los negocios sucios eres un cero a la izquierda, si no consigues medrar socialmente en ningún ámbito, tú puedes ser uno de los elegidos: tu sitio está en el sindicalismo corrupto.
O bien...
2) ¿Crees que hay que organizarse y "hacer algo" y ese algo se puede hacer desde los sindicatos mayoritarios? ¿Crees que "desde dentro" las cosas pueden cambiarse? ¿Crees que es inútil un sindicato pequeño pero honrado porque "no tienen capacidad de influir"?
Sí has respondido "sí" a estas preguntas:
A) El hostión que te vas a arrear será para grabarlo y subirlo al youtube. (Haz caso a la voz de la experiencia, chaval: en esa plaza he toreado yo).
B) No cambiarás el sistema, él te cambiará a ti y algún día si te queda alma, sentirás asco al mirarte al espejo.
Como es evidente, vamos a encargarnos de los caso 1 y 2B y dejaremos al 2A lamiéndose sus heridas.
Comenzaremos de forma sencilla. Tienes un puesto de trabajo donde aún no hay sindicato implantado: chupado: vas a un sindicato para que promueva elecciones sindicales. Al haber sido el primero, eres su hombre de confianza. Posiblemente se presente tu sindicato en solitario; no tienes ni que hacer campaña ni que prometer nada: con votarte tú a ti mismo, sales elegido delegado. Así es el sistema de representación. Inmediatamente te vas a ver al jefe y respetuosamente, en plan boina en mano, pero con mirada ladina, le comentas que no van a haber problemas, pero que no te llega el sueldo...o que tu puesto de trabajo no se ajusta a tus perspectivas, o... lo que te interese. Verás como el jefe es un tipo tratable y comprensivo. ¡Qué equivocados están todos aquellos que creen que el jefe es un fascista intratable! En realidad, sabiendo tratarlo, es un encanto de tío.
Cuando los plastas de tus compañeros te vengan con sus miserables protestas, tipo: "no me da para darle de comer a mis hijos" y demás zarandajas, amenazalos con la crisis, con que las cosas están muy mal, y ahora baja el tono, confidencial: "Tengo información de que casi tiran a muchos pero he conseguido pararlo; pedir ahora mejoras sería de locos".
Se complica el escenario: en tu trabajo ya hay un sindicato implantado y los muy hijos de puta, fascistas, machistas, racistas, xenófobos, no te dejan meterte en él para ir apuñalándolos y quedarte tú de macho alfa.
Chaval, te toca bregar. Y mira que no te gusta; eres gandul de nacimiento. Pero, tranquilo, si te lo montas bien, tras un curro no muy largo, podrás volver a dormitar.
Hay que desbancar al sindicato. Te diriges al otro sindicato y planteas que se están haciendo las cosas muy mal en tu empresa y que el sindicato que hay "está vendido". Nada importa que el sindicato al que has ido esté tan vendido como el otro: te atenderán como a un paladín de la justicia, un adalid de la libertad. Lo primero que te van a preguntar es cuándo se hicieron las elecciones sindicales. Si falta mucho para la próxima convocatoria, torcerán un poco el morro (eres promesa futura, no inmediata) y dirán que entonces, mejor tenerte "tapado" hasta las siguientes elecciones. Te afiliarán, te dirán que cualquier problema recurras a ellos y te despedirán diciendo que un par de meses antes de las próximas elecciones pases por allí para prepararlas.
Llegado el momento de hacer campaña, basarás esta no en propuestas tuyas, eso es una novatada de pardillo, la basarás en lo mal que lo hacen los otros, que además de no comprometerte es verdad. A poco listo que seas y labia que tengas, ganarás las elecciones porque la gente está harta de los otros "que no hacen nada". Si las pierdes, Game Over, chaval: no vales ni para esto. Si ganas, recuerda enseguida ir a ver al jefe y ya sabes...
A veces, je, hay jefes que es que son unos cachondos los tíos: vas a verles y lo primero que oyes es el zip de su bragueta bajándose. Ni te inmutes: de rodillas y a rezar con devoción; verás como el jefe sabe agradecértelo.
En empresas de mayor tamaño con mas de un sindicato y con varios delegados, no pasa nada si pierdes mientras salgas elegido delegado. Pero para eso, recuerda: has de ir el primero de tu lista a cualquier precio.
El Lenguaje.
A ver si nos centramos: tú eres un tío muy muy de izquierdas. Tu lenguaje debe ser acorde. Usarás siempre las palabras comodines que el sistema atribuye a la izquierda: hablarás de fascistas, machistas y racistas en cuanto tengas ocasión. No importa que luego te vayas de putas nigerianas posiblemente menores de edad, esos pecadillos los hace casi todo el mundo.
Recuerda que eres propalestino, procastrista y pro Chavez. Sí, ya sé que no tienes ni puta idea de política venezolana, pero no importa: si te preguntan di que "es necesario parar el imperialismo capitalista y Chávez, con sus errores, lo está haciendo". Ah, también te gusta el indio ese de los jerseys imposibles, el Evo.
Si en tu taifa autonómica se habla otra lengua además del castellano, empléala lo más posible, salvo que no te entiendan.
Si en tu trabajo hay mujeres y en número importante para contabilizar votos, habla de "compañeros y compañeras", utiliza arrobas y haz referencias constantes al machismo intrínseco de la sociedad.
Si no hay mujeres en tu trabajo: ni puto caso a los coñazos estos de las arrobas y de la puta madre que parió a estas histéricas.
Si eres de uno de los sindicatos eres del pesoe pero "crítico". Si eres del otro eres un tío de izquierdas "crítico" pero no hace falta que definas partido, aunque izquierda unida te ajustará bien en lo general, puedes optar sin problemas por izquierdas autonómicas.
Debes hilar fino y atribuir a la competencia sindical todas las maldades que tú aspiras a hacer. Por ejemplo: eres un vendido: debes decir que los otros son unos vendidos. El objetivo es distraer la mirada sobre ti y centrarla en el rival sindical, al que deberás demonizar constantemente. De la empresa, evita hablar mal salvo que sea muy necesario. Si el ambiente es propicio, introduce incluso cuñas tipo "de aquí comemos todos", "si apretamos mucho y nos cargamos a la empresa nos quedamos en la calle". Te sorprenderá la cantidad de gente que sigue esas consignas.
El poder.
Ya has llegado, eres el representante sindical mayoritario de tu empresa. Lo primero es liberarse, dejar de trabajar. Por supuesto dirás que no quieres hacerlo, pero que la lucha sindical te absorbe tanto que no hay manera de ser efectivo sin liberarse. Venderás que "te sacrificas"
El poder, queridos amigos, lo que busca es mantenerse. No hace falta que leas a Maquiavelo: es un niño de teta comparado con los pasteleos que se cocinan a estas alturas. Por muy tonto que seas, ya sabes que estás ahí porque al sistema le interesa tenerte para que hagas de parapeto de las reivindicaciones de los trabajadores. ¿Te parece difícil, te parece que "va a cantar" y los trabajadores se darán cuenta? Qué va... Sigue estos consejos y verás como te va bien.
-Crea problemas y da la solución. Por ejemplo: de acuerdo con la empresa, corre el rumor de que se va a reducir la plantilla. Ya verás la gente que se te afilia para que no los despidan a ellos. Pasada una temporada de pavor, destapa que gracias a tus negociaciones con la empresa la plantilla seguirá. Objetivo conseguido: los plastas estarán una temporada sin esas pesadeces de reivindicaciones.
Objetivo conseguido: es evidente que no haces nada por mejorar las condiciones generales, pero se tapa esta actitud al "salvar" a los trabajadores del despido.
-Aplasta sin dudar a tus rivales sindicales. Los más peligrosos son los sindicatos pequeños y honrados que surjan. Alerta a tu jefe de ellos. Intenta que despidan a sus cabecillas antes de las elecciones, cuando ya quizás salgan delegados y no se les pueda tirar. Convence a los obreros de que esos sindicatos pequeños son unos pringados y no tienen capacidad de influir. Asimismo comenta que son unos trepas y quieren "pillar cacho" por su interés personal. Destrúyelos antes de que sea tarde o te arrepentirás.
-En caso de reducción real de plantilla: pacta con la empresa dar un número inicial mayor del real. Azuza, consigue la división entre obreros por pelearse entre ellos para quedarse. Finalmente di que tras duras negociaciones la empresa ha cedido y el número real es menor. Serás el héroe de los que se queden y los que se van te importan una mierda porque ya no son votantes.
Jamás permitas que estas reducciones que vas a firmar (y a legitimar jurídicamente con tu firma como "representante de los trabajadores") al jefe le salga gratis: saca provecho personal, que no te tome el jefe por un pelele.
Último consejo: si intentas saltar de tu empresa hacia la estructura burocrática del sindicato, esas son palabras mayores. Eso está lleno de fulanos como tú que han sobrevivido a todas las puñaladas a base de apuñalar ellos. Entra muy humilde y haciendo constar que tú no quieres poder ni cargos, que quieres pelear por los trabajadores. Lame a los de arriba y cuando vayas trepando aplasta sin piedad a los de abajo. Sé sutil para enmierdar a tus competidores: utiliza comodines: si Pepito y tú aspiráis a una buena plaza, deja caer que "Pepito es un pelín machista ¿no?". La sospecha ya la llevará aunque sea el más calzonazos del barrio.
Y si alcanzas la meta suprema de un cargo elevado: sin compasión, aplasta sin compasión al nuevo que entre diciendo que "Yo no quiero poder ni cargos, quiero pelear por los trabajadores".
El Desclasado ha hablado.
Paseando, otra vez, por Vejer de la Frontera
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Paco de Lucía: Río Ancho
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Tus labios, por ejemplo. Desafío al abismo,
inicio al infinito donde s...
Hace 1 semana
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