viernes, 4 de noviembre de 2011

El mantel de los enanitos.

Ya de pura vergüenza hago una entrada para que no me preguntéis si se me ha comido un ciervo (ayyy, esas eternas implicaciones entre sexo y comida...).
Mi infancia no son recuerdos de un patio de Sevilla ni de un huerto claro donde madura el limonero. Ni siquiera de mi historia algunos casos recordar no quiero. Los recuerdos de mi más tierna infancia los divido en tercios: un tercio son cosas que recuerdo con claridad; otro tercio cosas que creo recordar, pero no sé cierto si la memoria, ese filtro tan elástico y manipulador, me ha engañado a mí mismo, su portador; por último hay un tercio de recuerdos implantados: sucesos, cosas, asuntos que no recuerdo, pero a base de decirme que aquello fue así, han entrado a formar parte de mis recuerdos ciertos. "Recuerdo", por ejemplo, que de  bebé me hacían llorar las campanas de las iglesias (¿ateísmo avant la lettre?) porque me lo contaron muchas veces. En esas mismas coordenadas de recuerdos que no recuerdo aunque recordar quisiera, recuerdo que en general era un bebé llorón, broncas, con tendencia a escaparse del parque-celda, con tendencia a tirarse de la cuna, y con tendencia a que mi forma de saludo para con los demás bebés fuese soltarles un guantazo. El puto bebé príncipe de la diplomacia, en mi linea: a más de alguno le seguiría soltando un guantazo nada más ver la expresión que se gasta, pero, ay, la sociedad me ha estropeado y ya asumo que esas cosas no se deben hacer. Ya no hay cabida para el buen (y justiciero) salvaje, Rosseau ha muerto, Marx ha muerto y yo a veces moriría por estar entre tus muslos y tal.
Uno de los recuerdos implantados me resulta muy curioso: parece ser que ese bebé broncas, renegrío y garrulo, estaba loco con los enanitos. No, además de ateo no era antifranquista; me refiero a los enanitos rollito Disney, no al caudillo generalisimo su excelencia y no recuerdo cuántas cosas más. Vamos, los enanitos esos que viven en setas, los de esta pinta:
¡Cielo santo! Buscando enanitos en Gugle me salieron enanitos strippers. El fin del mundo está cerca, hermanos. 
Bueno, ustedes ya saben a qué tipo de enanitos me refiero.
Retomo: me resulta curioso que estuviese loco con los enanitos porque no recuerdo ni haber visto Blancanieves. La vería, por supuesto, pero no lo recuerdo. Y de algún lado debió surgir mi enanofilia... Se inclina mi Yo más embustero a maquillar este amor a los enanitos camuflándolo de gusto por la mitología nórdica, boscosa, de las brumas y todo eso. Con tal de no ser espiritualmente español, cualquier cosa: es evidente que de bebé no sabía leer, no pude haber leído ninguna referencia nórdica mitológica a los enanitos, ni El señor de los anillos ni su puta madre.
Pasaron los años y cesó mi amor por los enanitos, ni los recordaba ni recordaba que me habían implantado el recuerdo de que yo anduve loco con ellos. Me fui de casa bastante joven, me puse a vivir con una chica, ¡qué emoción, qué excitante y novedoso resultaba todo aquello! Cualquier tiempo pasado fue mejor porque yo era más joven. 
Me llamó un día mi abuela para que comiera con ella. Me costó algún tiempo aprender que mi abuela nunca daba nada gratis. Siempre que quería sacarte algo te ponía delante el cebo envenenado: una comida, un regalo, un...algo, lo que sirviese de cebo para atraerte y una vez te tenía en su terreno te dirigía hacia lo que quisiera sacarte. Ya he comentado en alguna ocasión que las mujeres de mi familia son como para que te partas de risa cuando oyes lo de la tradicional opresión de las mujeres. Mi querida abuelita en esta ocasión quería que le vaciase un trastero. "¿Mejor lo haces antes de comer, no, Desclasadín?" Así, sin despeinarse la tía y con sonrisa de abuelita tierna de cuento. Allí va mudanzas Desclasadín bajando los trastos por el ascensor y llevándolos a un contenedor de escombros cercano.
Me llama la atención una tela pintada con escenas de enanitos en el bosque. Un caracol de carroza, otros animales de cabalgaduras... Realmente esos enanitos eran muy pequeños, tamaño insecto, aunque el tamaño en el mantel fuese grande. Mi abuela que me ve mirando... 
- ¿Te acuerdas de él? No había forma de que comieras si no era con tu mantel de enanitos.
- ¿Lo cualo?
- Jaaa, no te acuerdas. Si no te poníamos ese mantel no comías. "Nanitos, nanitos", decías.
(Si me gastan cualquier broma con lo de "nanitos", me cagaré en sus ancestros).
- Pues no, la verdad es que no me acuerdo, y eso que si me dijisteis muchas veces que estaba loco con los enanitos, que los buscaba por el chalet...
- Pues ese era tu mantel. ¡Y cómo te ponías si no comías en él! ¡Ay, qué cabezón eras, Desclasadín!
- Pues vaya... 
Y creo que entré en una fase de recordar, creer recordar lo que en realidad no recordaba. ¿Me engañé a mí mismo y vi en algún agujero de mi memoria, allá al fondo, el mantel de enanitos ya recordado? Es posible.
- ¿Te lo quieres llevar?
Y sin saber muy bien cómo, dije que sí. Ya ven ustedes qué pinta un zamarro de 20 años, a medio desbravar, con un mantel de enanitos. En fin... misterios del subconsciente. Se me ocurre ahora pensar que recién volado del nido me aferré a algún recuerdo del pasado que amarrase mis raíces. Un tener algo mío que había sido mío en la casa familiar. Algo de eso se me ocurre sin concretarlo muy bien.
Mantel de enanitos a mí casa...
Llega por la noche mi novia, ve el mantel plegado, dejado caer en una mesa. "Huy, mira qué chulo para mi sobrina", exclama.
- ¿Queeeé? ¡Pero si ese es MI mantel de enanitos!
Me mira raro mi novia, es como si quisiera reírse, pero no tuviese claro si mucho o muchísimo.
- ¿Qué es tu qué? 
- Estoooo... mi mantel de enanitos. 
- A ver... ¿me lo puedes repetir?
- ¿De qué te estás riendo?
- ¿Yoooo?- Y parece que si sigue aguantando la risa va a reventar.
- No, el vecino. Joder, te explico...
- No sé si quiero que me expliques, jijiji. Mi mantel de enanitos, dice el tío, jijiji.
Me da a mí también la risa.
- No murmures, joder, que me pone muy nervioso. Verás... Resulta que cuando yo era niño...
Y el mantel de enanitos acabó a la semana siguiente al servicio de la sobrina de mi novia. Ya desconozco que sería de él. Todo pasa y todo queda.


19 comentarios:

  1. jajaja Menos mal que Maria te rescató del mantel, y a ti al mismo tiempo de pillar algo mental muy serio...jajaja
    Y...¿Tinglaos sexuales con las enanitas no te han dao? jajaja
    Yo soy mas bien de pitufinas azulitas...
    Blue, no va por ti ¿Eh?...jajaja
    Salud

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  2. Oooooh, que crueldad llevarse tu mantel, ja, ja. Algo de tu infancia todavía queda porque del blog también te sabes escapar muy bien. Yo recuerdo aquellos platos que eran muy dibujados, con escenas preciosas en el fondo. Ibas comiendo y según se iba vaciando el plato iban apareciendo paisajes, edificios, animales...parecía que desenterrabas tesoros de una ciudad sepultada.
    Genín, ya lo sé, ya pasé la edad pitufa, ja, ja.
    Bicos...enanos.

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  3. jajaja, lo nuestro es quedar, amigo, quedar. Y lo de la enanofilia, tranqui, hay cosas mucho peor, con enanos incluso.

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  4. Yo de ti, intentaría rescatar ese mantel ,jajajaja.mira que regalarlo.
    Los manteles bordados con motivos infantiles es algo que recuerdo de la niñez, sobre todo, por las tardes para merendar.Pero entre tú y o, a los enanitos de Blancanieve siempre les tuve tirria.
    Me alegra saber de ti Descla.Un besazo

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  5. A mí me da igual que te cagues en mis ancestros, pero en realidad no se me ocurre broma alguna.
    Pues qué pena que se perdiera. Yo todavía guardo un estuche que me encontré como en ¿6º, 7º? de EGB... Me acompaño la egb, el insti... y la uni ya no, pero todavía lo tengo en mi mesa. Y tengo también una cazadora vieja guardada por ahí que ya ni me cabe a menos que baje veinte kilos, peeeero...era mi cazadora, claro.
    Y me ha gustado esa división de recuerdos. Sí. A veces cuando mi madre o alguien de mi familia cuenta ciertas cosas que yo tengo más o menos vívidas en la memoria... me doy cuenta de que cada uno recuerda las cosas a su manera. Igual ellos las tienen igual de vívidas...pero no sé por qué... nunca terminan de coincidir.
    Buena entrada. Con un fotograma de la peli de Disney incluso quedaría más bonita (yo soy así de ñoño, y ya sabes que me gustan las pelis de animación).
    Un saludito.

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  6. Pues yo debía ser una niña muy rara, porque nunca me gustaron los personajes, decoraciones o útiles directamente relacionados con la infancia. Ni enanos, ni payasos, ni animalitos diversos.

    Por otro lado, en casa no se nos permitió comer en la mesa de los mayores hasta que no tuvimos ya edad suficiente para comportarnos como tales. Eso de sentarte a una mesa con adultos pero que te tuvieran que dar de comer a la boca, o comer otro tipo de comida diferente a los demás era impensable. Así que estuvimos (mi hermano y yo) comiendo en la cocina y a otras horas hasta bastante mayores. Por eso lo que recuerdo es la enorme mesa de la cocina y los sucesivos hules con los que fue cubierta durante años: fundamentalmente cuadros, casi siempre azules y blancos. Con esos antecedentes podría haber salido una artista abstracta estilo Mondrian, pero tampoco.

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  7. Genín: noooo. Cuando me gustaban los enanitos, (que yo en verdad no lo recuerdo) mi alma era pura, jajaja. Pero la pitufina esa rubia, ahora que lo dices...

    Blue: recuerdo esos platos. ¿Estarían hechos adrede para que comieras y apareciese el paisaje?

    East: no sé si al final se prohibió, pero había concursos de lanzamiento de enanos y burradas así.

    Carmela: ese mantel ve a saber dónde estará. Si es que está aún vivo...
    No, si a mí ser consciente nunca le llamaron la atención los enanos de cuento, por eso es un recuerdo implantado que me llama la atención.

    David: lo de la memoria es tremendo. Además de los implantes individuales que nos hacen (es imposible que yo recuerde que el primer año de mi vida las campanas me asustaban), hay implantes colectivos y de repente todo el mundo "recuerda" hechos que no fueron tales o ni siquiera los vivió.

    Maireen: en cuanto empecé a tener consciencia no recuerdo (esta vez recuerdos reales) que me llamasen la atención las cosas "para niños". Pero vamos, tanto me lo dijeron que debe ser cierto que antes de tener consciencia me gustaban mucho los enanitos.

    Besos, abrazos.

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  8. Vaso reciclado de Nocilla y plato blanco inmaculado, así soy de soso... joder... tengo un trauma infantil iré a hablar con la Merkel que tiene pinta de ser una "señora madre"...

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  9. ¡Hostia, Temu! Qué gran clásico has citado: el vaso de Nocilla (qué merendilla) reciclao, jajajaja. En ese me parece que bebimos todos.

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  10. Ese vaso es un clásico moderno, porque todavía existe. Yo echo de menos la pelota de los zapatos Gorila, ja, ja.¡Como botaba la condenada!
    ;-)

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  11. jijijijijijijiji
    jijijijijijijijijijijijiji
    jiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijijijijijijijijiji

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  12. Bueno... a ver si consigo centrarme aunque me duela todo el cráneo y los maxilares de la risa...
    Yo no me avegüenzo, porque como no va de "nanitos" jijijiji la cosa... jaaaajajaja a ver, recuerdo los desayunos en una cocina con un aparador de estos color azul y tiradores metálicos, mesa y silla a juego...de este tipo... chocolate negro tamaño ladrillo (y dureza similar jejeje)... comer fondue de chocolate, pero sobre todo, la de queso... y comíamos juntos todos, con disciplina en forma de miradas amenazantes, si me ponía caprichosa, bien de mi madre bien de cualquiera de mis hermanos mayores... recuerdo jugar a regateo de pelota con los dos hermanos anteriores a mí y menos distanciados en edad, a nuestros gatos, silvestres, libres, que venían cuando querían a casa... Y de entonces, conservo toooodos mis libros, y los tengo aquí, conmigo, a mis taytantos jejeje (algunos se los he "dejado" a mis nenes, prestados, ehn? jijijiji) y aún tengo, también alguna ropa de 8ºEGB... que me vale, lo cual no es de presumir, porque quiere decir que mido ahora lo msimo que con 14 años :-( jaaaaaaajajajjaa
    Bueno... que me está entrando morriña, voy a leer otra vez el párrafo de "nanitos!nanitos!" jijijijijiji para que se me pase jaaaaaaaajajaja
    Achuchones... la morriña de ti cuesta más quitarla, no desaparezcas tanto, no?

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  13. ¡¡Eres genial contando historias!!. Tus enanitos me hicieron reir un montón. Menos mal que "tu" novia se los llevó para su sobrina.

    Bromas aparte, tienes muchísima razón con eso de los recuerdos por 3 tercios.

    Un abrazo

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  14. La pelota esa no la probé yo, Blue.

    India, "nanita", tus ancestros se revuelven inquietos ante las terribles injurias que han salido de mi boca, jajajaja.

    Myriam: gracias. Lo de la memoria tiene tela, sí.

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  15. Oye, que casi metrosetenta no es nanita, ehn? eg que lo crecí tó de golpe ;-)
    jaaaaaajajajajjajjaa mis ancestros están tan acostumbrados como los de Mulan jijijijiji
    Aaachuchones!!!

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  16. Ahhh, que a partir de los 14 ya no creciste, ya lo habías crecido.
    Jo, pues yo creo que crecí hasta los 19 o así, no sé si los chicos será diferente...

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  17. Sí crecí más, los pantalones que eran largos los corté, no me molan enseñar los tobillos... o todo o nada jijijijiji pero de todos modos, los chicos crecéis durante más tiempo... y empezáis más tarde, como casi en todo juaaaajuajuajua

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  18. No es que empecemos más tarde, es que de los disgustos que nos dais nos impedís crecer, jajaja.

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  19. Doy fe de los vasos de nocilla, jeje, yo he seguido con la tradición, desde donde escribo veo una docena en la vitrina (bueno, los míos son de la competencia italiana, que aquí no venden nocilla. Y como recuerdo del pasado que amarre mis raíces, me hice con un juego de platos transparentes de duralex, que aún se pueden encontrar en algunas tiendas de todo a un euro.

    Es curioso lo de los recuerdos de la más tierna infancia, también hay esas cosas que según tu familia es imposible que recuerdes, o que hayan ocurrido y sin embargo están ahí, nítidos en la memoria...

    Y sí, seguro que te encantaban los nanitos-nanitos, al hijo de una amiga le dio por Nemo el pez y no sólo había que ponerle la película para comer, también el Nemo de goma en la bañera, el de peluche en la cuna, y dibujarle Nemos para entretenerle. Y se pasaba el día repitiendo el nombre del pececillo. Por supuesto, ahora no se acuerda de nada de todo eso...

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