Es la envidia mi motor.

Como ya les comenté iba a estar bastante liado entre trabajo y otras historias. Tan liado que, me disculpo, no he contestado a los últimos comentarios ni, me redisculpo, ni siquiera he comentado por los blogs amigos.

Los dioses quieren que ahora disponga de unos días, en número indeterminado.

Desde que vi al vikingo cicloturista la envidia me corroía. Ojalá ustedes no conozcan sus efectos, los de la envidia: dolor de hígado, progresiva tonalidad verdosa del rostro, mirada velada, esquinada, como rehuyendo el mirar de frente... Ojalá ustedes no conozcan sus efectos. 

Que María se quedase tontita con el vikingo no era lo que me afectaba; si le cobra bien por mí pueden irse un rato juntos y después que me haga regalos con ese dinero. Lo que me carcomía el alma era no irme yo en bicicleta en ese plan.

Nada es por casualidad: hace una semana escasa me compré un bici, creo que apta para viajar a pesar de lo barata del precio. La envidia era el motor que me empujaba, ahora lo sé.

Así que hace tres días, en pleno follón del curro, Satanás que siempre está atento para captar almas introdujo una luz en mi cerebro: "¿Y si te vas con la bici a hacer un viaje ahora que vas a tener unos días?" Es débil la carne y es débil mi alma: me voy de viaje en bici. Todo preparado para partir, falta acoplar las alforjas, que lo haré en la calle porque si lo hago en casa no sé cómo voy a meter la jaca en el ascensor:

Consultados los astros, vistas las vísceras de una paloma sacrificada al amanecer, e interpretado el vuelo de un gorrión al crepúsculo, todo eso sumado a una mirada al AEMET, por aquello de no desdeñar tampoco la ciencia, las señales me son propicias y me voy.

De día viviré pensando en tu sonrisa, de noche las estrellas me acompañarán, etc etc, todo eso, pero lo que va delante va delante. No negaré que he tenido ligera bronca:

María: 

- ¿Que qué? Tú no te vas en bicicleta a ningún lado... sin mí, que eso tiene pinta de ser muy divertido. Así que te esperas que tenga yo unos días libres que coincidamos y lo preparamos...

Pero ya conocen mi viril determinación. Eso y que tardaremos en coincidir unos días juntos, me hace partir ya y solo. 

¿Hacia dónde voy? Hacia donde la envidia me lleve, llevo planos de toda España. La envidia es el motor que dará fuerza a mis piernas, me hará soportar penalidades, sol de justicia, fríos en las montañas, lluvias y vientos. Y de vez en cuando le daré a la envidia unas cervecitas para aplacarla.

No demoro más la despedida, no hagamos difíciles estas cosas, la envidia me reclama todo para ella, menuda mala puta está hecha.

Chao. Hasta la vuelta.