8 de diciembre de 1585. "Tal parece que Dios es español".

Sigo sin querer hablar de una realidad actual que me asquea. Tengo la sensación de que si hablo de esa realidad, tal y como la percibo, transmitiré más derrotismo que esperanza. Y el derrotismo nunca es bueno. Que el fatalismo sea una característica muy española no implica que el derrotismo deba serlo. Me evado contándoles una batallita histórica, algo bonito para quien no le haga ascos a degollinas, heroísmos, españas imperiales y su puta madre. 

El milagro de Empel.

1585. España es la dueña del mundo. La banca es la dueña de España, parece que eso sigue igual. Cada historiador contará su versión del porqué España ha llegado a esta aparente posición hegemónica mundial, para mí hay poco misterio: no recuerdo ahora si fue Estrabón, Floro, o cuál de los historiadores romanos que hablando de Hispania dijo: "Los hispanos cuando no tienen enemigo pelean entre ellos". Manda la banca, seguimos peleando entre nosotros... Mucha raza es lo que hay, camaradas, mucha raza.

Un pueblo garrulo, bronco, peleón, acostumbrado a 800 años de pelea diaria con los moros. Un pueblo bélicamente entrenadísimo. Un pueblo que le dio de hostias a los vikingos hasta en los cuernos, cuando se les ocurrió aparecer por aquí a sus cosas: robar, violar, lo normal, mientras la Europa norteña temblaba cada vez que aparecían los rubios. Ese pueblo forjado a vivir del derecho de conquista a los moros, al que ni se le ocurre que hay que trabajar para vivir pudiendo tener los cojones necesarios para sostener una espada e ir a pillarle a los sarracenos, va y tiene la desgracia de encontrarse América. La cagamos... aquí el que no pilla es tonto y que trabaje Rita, que inventen ellos. Hale, a seguir viviendo del cuento. El español no trabaja; pelea y rapiña. Valor temerario, eso es innegable. Desprecio por la vida, mejor si es la ajena que la propia, y cuando no hay enemigo a la vista a seguir peleando entre nosotros, por aquello de no perder entrenamiento.

El catolicismo, que, hablando en términos estratégicos políticos, a la postre nos hundió, cumplió una función muy positiva en la lucha contra el moro: unificó, galvanizó, dio fe y un porqué a un pueblo para luchar contra los hijos de Mahoma. Un poco más adelante el protestantismo cumplió la misma función con otros pueblos para librarse del yugo español.

Creyente, lo que se dice sincero creyente, el español nunca lo fue. Más bien es que le convino creer. Si Dios echa una manita mejor que si no la echa, ¿no? Creo que es el español el pueblo que más se caga en Dios, yo incluido, mucha raza es lo que tengo, y el pueblo que siempre va tras los curas, ora para besarles el anillo, ora para colgarlos de los huevos. Para mí es totalmente normal aludir a Dios, a la Virgen y al Santo Cielo y soy racionalmente ateo. Y como yo muchas amistades ateas o agnósticas. Es tradición aquí hablar así. Machado, Antoñico, un cristiano de izquierdas, ya nos dijo lo que Sánchez Albornoz, otro cristiano de izquierdas, teorizaría escasos años después: (es el español) "un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra". Y "aún sobre sus campos el fantasma yerra..." En el nombre de Dios nos hemos ido a pillar lo que hubiese por ahí, cualquier cosa menos trabajar. 

Vale: tenemos un pueblo bronco, que pelea por gusto y sabe hacerlo, que ha desarrollado estrategia y tecnología militar durante 800 años. Por ventura para los americanos nativos, que se lo digan a los del norte exterminados por los anglos, (1) y desgracia de España que ya nunca se le ocurriría eso de ponerse a currar, encontramos América y disponemos de los inacabables recursos americanos. La carambola, buscada, de una serie de alianzas matrimoniales ha puesto vastas regiones europeas en nuestras manos. Los amos del mundo y tal, lo normal. Y sin saber hacer la O con un canuto, a base de cojones, trago de vino y a la pelea. Pues tiene mérito, no me digan que no. Si me lo cuentan no me lo creo, y ahí estuvimos.  

Entre 1580 y 1640 estamos en nuestro apogeo. Una barbaridad, oiga, 20 millones de kms. cuadrados. Tal que así:

Esa manchita del Norte de Europa es Flandes: los Países Bajos, Holanda y actuales zonas de Bélgica, etc. Lo heredamos por Carlos I y a su hijo Felipe II le dio por ser el campeón del catolicismo a nivel mundial. La excusa que buscaron los holandeses para buscar su independencia, como todas o casi todas las independencias por motivos económicos, fue que se hicieron luteranos. En su derecho estaban los muchachos; realmente allí no pintábamos nada.  Pero ves y cuéntale eso al acérrimo defensor del catolicismo Felipe II, que era España martillo de herejes, patria de Santiago y Dios era español. En el caso que vamos a ver era de por Zamora. Los hijos de la Gran Bretaña, siempre tratando de jodernos y les hemos dado de hostias innumerables veces, aunque la historia parezca la contraria, apoyaban a Holanda, por supuesto. La Historia la conocen: se acabaron perdiendo los Países Bajos, vamos a perder hasta las bragas, pero hemos regado con mucha valentía el mundo con nuestra sangre. Menos trabajar cualquier cosa. 

El 7 de diciembre de 1585 el "Tercio de Zamora" estaba en una situación muy comprometida en Holanda. Pueden imaginar que el Tercio de Zamora, como los demás tercios, se componía básicamente de intelectuales, diseñadores gays, y amantes de la cultura. Gente fina. Al mando el mestre de campo Francisco de Bobadilla, al que supongo otro humanista sensible.

Buena gente.

Los malditos herejes, que no estaban mancos, con una actitud claramente fascista han acorralado a los sensibles españoles en Bommel. Era Bommel una pequeña ciudad, una ínsula entre dos ríos, Mossa y Waal (abajo, en el centro):

La flota holandesa, al mando de Holak, había bloqueado completamente a los españoles. Se agotan los víveres y abundan heridos y enfermos. Están además los infantes mojados y helados, es invierno. Hostiga la flota holandesa y los tercios se ven obligados a refugiarse en un montículo, Empel, totalmente rodeado de agua. Está la batalla, en términos estratégicos, totalmente perdida. Holak hace lo que debe hacer todo buen militar: ante un jaque mate claro tratar de evitar perder más peones por ambas partes en un asalto final. Propone a los españoles una rendición en condiciones honrosas.

Je... Cachondo el tipo. Estos holandeses...

La respuesta española, que no sé si me va a salir la lagrimita de emoción o descojonarme pensando en cómo se puede ser tan gilipollas, es la siguiente:

”Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos“.

Desconozco si Bobadilla consensuó en asamblea, a lo perroflauta, esta decisión con los infantes españoles, me da a mí que no. Holak se cabrea: aunque vencidas, las tropas españolas son el mejor ejército del mundo e inmolandose provocarán una carnicería entre la tropa holandesa. Decide abrir los diques, subir el nivel del agua y ahogar a los españoles o cercarlos de tal manera que sean fáciles de reducir. Empieza a subir el agua, imaginen la escena de un pequeño grupo de intelectuales, humanistas y diseñadores españoles, agrupados en un montículo en una tierra de nombre impronunciable para ellos, prestos a morir ahogados antes que rendirse. Y todo esto por un país que siempre ha sido más madrastra mala de cuento que madre para sus mejores hijos. Es que hay que ser gilipollas. Y ahí estaban nuestros gilipollas viendo subir el nivel del agua. Con un par de cojones puestos a remojo. 

Empiezan los españoles a cavar trincheras en lo alto del montículo, por si el agua no subiese tanto de nivel como para perecer ahogados y perecer espada en mano.

Y empezó el milagro...

Halló cavando un soldado, "más para tumba que como refugio", un retablo enterrado. Ni más ni menos que una imagen flamenca de la Inmaculada Concepción. Quedaron nuestros soldados muy sorprendidos, desconcertados por tal hallazgo. El mestre Bobadilla, al que no se le escapaba una, improvisó un altar y todos rezaron a la virgen pidiendo que echase una manita para joder a los putos herejes.

Y la virgen, más bien la meteorología, pero crean ustedes lo que más les guste, hizo el milagro: la madrugada del 8 de diciembre de aquel lejano 1585 se levantó un viento helado sobre Empel. Tal fue la magnitud de la helada que ¡se congelaron las aguas! La ocasión la pintaron calva, los españoles pudieron andar sobre las heladas aguas y para cuando los desprevenidos herejes, que dormían en sus barcos esperando el asalto final al día siguiente, se quisieron dar cuenta de qué ocurría muchos ya habían sido  afeitados en seco por nuestros humanistas. 10 navíos holandeses fueron destruidos consiguiéndose gran cantidad de prisioneros. Se obtuvo una victoria tan completa que Holak llegó a decir:

 ” Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro” 

Ese mismo día, entre vítores y ovaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los tercios españoles (¿y por qué no "matrona"?, no lo entiendo), siendo también posteriormente proclamada patrona de la infantería.

Hale por ahí a mamarla, putos herejes, que Dios estaba con nosotros. Después parece que Dios ya se fue con otros, el muchacho se reparte.

El próximo 8 de diciembre, mientras están ustedes de puente, sepan por qué es festivo.

Para completar información deberán buscar, hasta donde yo sé, en el libro noveno de "Los sucesos de Flandes y Francia", por el capitán Alonso Vázquez.
AQUÍ pueden hurgar.

Añadido: Kotinussa hace la siguiente aportación, que yo no recordaba, y completa el texto:

Aunque tu relato está absolutamente redondo y completo, me voy a permitir añadir que unos años antes, en 1525, se atribuyó a la Inmaculada otra victoria militar: la de Carlos V contra los franceses en la batalla de Pavía.

Resulta que uno de los generales del ejército español pidió a la Inmaculada que los ayudara, y aquel día nevó mucho. Entonces, los españoles se vistieron sólo con sus camisas blancas y así, camuflados con la nieve, despistaron al ejército francés.

Les dejo un vídeo en plan exaltación patriótica con una música que no pega ni con cola:


 (1) Ventura en términos relativos: es innegable que España, como antes Roma, no exterminó a los indígenas a la manera anglosajona. Desde luego para esos indígenas mejor que no hubiese aparecido por allí nadie y seguir comiéndose unos a otros, son sus costumbres y hay que respetarlas, pero no seamos infantiles: era cuestión de tiempo que alguien apareciese por allí, y dentro de lo malo mucho mejor España que los hijos de puta de los anglos exterminadores. En una especie de zoológicos llamadas "Reservas" los tienen los gringos a los indios en América del Norte.