El olvido como pago: Mercedes Fórmica.

Lo más probable es que la mayoría de ustedes nunca haya oído hablar de Mercedes Fórmica. Puede que les suene levemente el nombre, algún artículo perdido que sale muy de cuando en cuando en prensa... No hay homenajes para esta mujer, no hay recordatorios, no hay sitio para ella en el santoral feminista. El olvido es el pago a la mujer que más consiguió por los derechos de las mujeres cuando los tiempos eran los más difíciles para ellas. Otra "maldita", otra olvidada por no ser políticamente correcta y no atenerse a las normas que el santoral laico feminista requiere: ser de "izquierdas" y culpar a los hombres de los males de las mujeres. Recordémosla desde este blog, que quiere dar más importancia a los hechos que a las capillitas ideológicas, espero conseguirlo siempre, uno también es humano.

Pongámosle rostro a la que después pondremos historia:

Como otras mujeres excepcionales excluidas del santoral feminista, Mercedes es una mujer preciosa. Gaditana, nace en 1916 en el seno de una familia acomodada. Trasladada a Sevilla a los 7 años, gracias en parte al empeño de su madre se matricula en Derecho en la Universidad de Sevilla en 1931, teniendo profesores formados en la Institución Libre de Enseñanza. Mercedes, como única alumna de la Universidad, debe ir a clase acompañada de una "doña", una mujer mayor que preserve su decoro. Cuando su madre le confesó a una amiga su intención de que sus hijas estudiaran, esta le contestó que "si pisaban la Universidad nunca las casaría en Sevilla". Las mujeres estudiantes ocupaban un lugar ambiguo en la sociedad, estando catalogadas entre "prostitutas y cómicas". Así están las cosas cuando Mercedes entra en la Universidad. Se divorcian sus padres en 1933, hecho que tendría fundamental importancia en su posterior defensa de las mujeres separadas. Se traslada a Madrid, cae rendida ante el hechizo de José Antonio y se afilia a Falange Española desde sus orígenes. Quiero creer, estoy seguro de que Mercedes creyó en esa "España alegre y faldicorta" (la palabra "minifalda" aún no estaba inventada) que José Antonio decía buscar para un futuro, frente a la España triste y faldilarga en la que Franco transformó el mensaje joseantoniano diciendo seguirlo. En esa especie de "fascismo de izquierdas" que era la Falange originaria, hay sitio para las mujeres y Mercedes es nombrada miembro -que no miembra- de la dirección de Falange y delegada nacional del Sindicato Español Universitario. Años más tarde Mercedes explicaba esta admiración por José Antonio:

"...produjo el acuerdo tácito entre izquierdas y derechas para declararle una guerra a muerte. Con esta particularidad: en los ataques de las primeras latió un cierto respeto, no así en las segundas, que dieron suelta a su mal humor con fáciles ironías» . El fundador de Falange era para ella un hombre joven, inteligente, valeroso, fue temido, rechazado y ridiculizado por su propia clase social, que nunca le perdonó sus constantes referencias a la injusticia, el analfabetismo, la falta de cultura, las viviendas miserables, el hambre endémico de las zonas rurales, sin mas recurso que el trabajo «de temporada». La urgencia y necesidad de la reforma agraria. Confundir el pensamiento de José Antonio con los intereses de la extrema derecha es algo que llega a pudrir la sangre. Fue la extrema derecha quien le condenó a muerte civil, en espera de la muerte física, que a su juicio merecía".

Respecto a la actitud de José Antonio hacia las mujeres, nos dice:

"Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo".

Con estas declaraciones, de las que jamás renegó, ya podemos hacernos cargo del olvido al que fue sometida.

Aún a pesar de alargar un poco el texto, creo necesario para situarnos explicar el porqué Franco asume - en realidad parece asumir- la estética y principios falangistas. La explicación es tan sencilla como contundente: Falange en 1936 es una mierda de partido. Es una mierda de partido sin apenas afiliación y sin votos, dirigido por gente bastante joven en general. Tiene otras dos cosas muy buenas para Franco: declara no ser de derechas ni de izquierdas y ser obrerista, no obstante su ideología se llama "nacionalsindicalismo", sindicalismo patriota que dice querer el control obrero de los bienes de producción. Disfrazando el franquismo de falangismo Franco consigue: una cobertura ideológica de la que carece y toda su vida careció, más allá de ser franquista; un tinte obrerista paternalista; el control de un partido débil, pequeño y ya sin referentes de peso: están muertos, cualquier partido de derechas fuerte de antes de la guerra hubiese supuesto problemas de luchas de poder para Franco, a la Falange se la comió en un decreto y en una condena a muerte al estilo estalinista (agente al servicio de bla bla bla), que no llegó a cumplirse, del sucesor de José Antonio: el obrero maquinista Manuel Hedilla. Así que España se comió 40 años de francofalangismo, franquismo pintado de falangismo, consiguiendo aún algunos falangistas iniciales la creación de la Seguridad Social y las pagas extras (Girón de Velasco), una política de Vivienda (Arrese) que hoy nos debería avergonzar, e importantes avances legales para las mujeres (Mercedes) de los que hoy nadie se acuerda porque en el franquismo nada pudo ser bueno y ningún avance se consiguió en estos aspectos. Una injusticia para estas personas. Sigamos.

Hemos visto los iniciales principios ideológicos de Mercedes, veamos ahora qué consiguió y cuál fue su lucha posterior, muertos los líderes falangistas en la Guerra Civil y apropiado Franco de su estética.

Estalla la Guerra Civil, Mercedes en su busca de justicia trata de salvar la vida de un profesor, Luis Rufilanchas, considerado rojo por Queipo de Llano. El pasante le comunica que: "lo fusilamos" hace un mes. Mercedes le contesta: lo habrá fusilado usted, yo no. Tras enterarse de la muerte de José Antonio piensa que lo mejor es disolver la Falange, antes de que sea absorbida por Franco. Es inútil; los conversos ya son más que los falangistas originales. La burguesía sevillana contempla "con prevención", una forma elegante de decir rechazo absoluto, la reforma agraria del programa de Falange. Se casa con Eduardo Llosent, editor de revistas culturales, amante de la generación del 27. Trascurren los primeros años de la posguerra entre tertulias con la intelectualidad de la época, Mercedes colabora en diversas publicaciones y dirige la revista "Medina". En 1948 acaba la interrumpida por la guerra carrera de Derecho. Acabada la carrera pretende optar al Cuerpo Diplomático, pero lo descarta para no estar lejos de su marido. Opta entonces por opositar al cuerpo de Notarías o Abogados del Estado y descubre, sorprendida, que uno de los requisitos para opositar, incluido al Cuerpo Diplomático, es "ser varón". Intenta entrar en algún bufete de abogados y tampoco lo consigue. La burguesa Mercedes aterriza en la realidad de la situación de la mujer en el franquismo. Va a empezar la lucha feminista de Mercedes en lo más crudo del franquismo. Escribe diversas novelas, algunas galardonadas. El alta en el Colegio de Abogados  obliga a Mercedes a realizar el turno de oficio donde no pierde contacto con la práctica del Derecho. Un día la prensa publicó la agresión de un marido a su mujer, 12 puñaladas. Un joven periodista entrevista a la mujer interesándose por el caso. La mujer confesó al periodista que "no era la primera vez que recibía malos tratos". El periodista pregunta que "cómo se lo consentía". La respuesta de la mujer fue demoledora:

 «Intenté separarme, pero el abogado a quien consulté me dijo que lo perdía todo. Hijos, casa, mis pocos bienes.» 

Efectivamente la mujer estaba diciendo la verdad. Exactamente en el extremo contrario a como hoy ocurre si un hombre se divorcia "mal", la mujer quedaba en la calle y sin poder ver a sus hijos en caso de separación. País de pendulazos...si aquello era malo lo de hoy es igual, pero al revés. No tiene justificación.

Mercedes ante este caso pone manos a la obra y, tras tres meses congelado por la censura, consigue publicar un artículo llamado "El domicilio conyugal" el 7 de noviembre de 1953. El éxito del artículo fue tal que traspasó las fronteras de España. Lo reproduzco en su integridad:

 En un hospital madrileño agoniza una mujer, víctima de doce cuchilladas. La noticia, extraída de entre los que pregonan el discutido Premio Nóbel, el nuevo estatuto de Trieste, el repugnante asesinato de Bobby Greenlease, o la catástrofe de Cestona, pasa inadvertida, cuando no por vulgar, deja de ser aleccionadora, ya que al ahondarse en las razones que llevaron a este final sangriento se pone en claro que la muerte de la desgraciada mujer la provocó la convivencia, una convivencia, que por humanidad, debió de ser evitada. La historia es realista, amarga. Un marido que se niega a entregar a su esposa el producto de su trabajo para mantener a la familia, compuesta por los padres y tres hijos; una esposa, que, a fin de sacar adelante a esa misma familia, se afana en tareas agotadoras, de la mañana a la noche. A menudo, ruega al marido que cumpla con su obligación de jefe de la casa. El marido se limita a golpearla, límite bastante suave en un hombre que llegará hasta el parricidio. De estos golpes existe constancia abundante en la Comisaría del distrito. Se me dirá, por el público ingenuo, que antes de dejarse matar, esta mujer pudo separarse legalmente de su marido, invocando la causa segunda del artículo 105 del Código Civil. Un grave obstáculo, sin embargo, se lo impedía: la escasez de vivienda.

Nuestro Código Civil, tan injusto con la mujer en la mayoría de las instituciones, no podía hacer una excepción con la esposa, y la casada que se ve en el trance de pedir la separación; aun en aquellos supuestos en que su inocencia está comprobada, ha de pasar por el previo depósito, que en este caso habrá de ser realizado fuera del domicilio conyugal, y ya el proceso de separación en marcha, el juez le entregará, o no le entregará, los hijos, los bienes muebles, fijará una pensión alimenticia, pero lo que ningún magistrado sentenciará –entre otras razones porque carece de facultades para ello– es que sea la esposa la que permanezca en el domicilio común y sea el marido culpable el que lo abandone. En otra época, la medida, aunque injusta, planteaba problemas secundarios; hoy esta parcialidad lleva a las doce cuchilladas. Qué duda cabe que en estos tiempos, en que el desequilibrio entre habitantes y habitación ha planteado un problema de gobierno y ha dado vida a una ley tan revolucionaria como la de los Arrendamientos Urbanos, pocas mujeres se arriesgarán a dejar su casa para lanzarse a la aventura de vivir debajo de un puente, o en un cuarto de renta nueva e inaccesible. La mujer que se encuentra en esta situación se resigna, y aguanta hasta el límite, que, como en el supuesto que nos ocupa, es la propia vida.

La defensa de la familia cristiana, imprescindible para el logro de una paz duradera, se consigue con la convivencia pacífica, equitativa, en la que cada cónyuge lleve su carga y cumpla con su deber. Es contraproducente para este logro el ejemplo a los hijos de la repetida mala conducta del más fuerte, que lo es sólo porque le mantiene una ley arbitraria. Los señores jueces deberían tener facultades para otorgar la titularidad del domicilio conyugal al cónyuge inocente, en este caso a la esposa, ya que, en definitiva, el domicilio conyugal es la casa de la familia y no «la casa del marido», como dice la ley. La familia ganaría en moralidad y buenos ejemplos, y los hijos varones conocerían a tiempo que su mala conducta futura no se verá salvaguardada por el Código Civil, aliado a circunstancias de momento, escasez de vivienda en este caso. Los buenos padres, que por lo general son también los buenos maridos, adquirirían la certeza de que sus hijas quedaban liberadas de una suerte dura. Esa mujer, que a la publicación de esas líneas quizá ya no sea, representa algo más que la protagonista de un suceso de sangre, representa un símbolo: el de la buena esposa, excelente madre de familia, a la que una injusticia de la ley llevó al inútil sacrificio de su vida. No permitamos que su caso se repita. Hora es ya de prevenir, en lugar de lamentarse, de escoger el camino del diálogo y no de la violencia, cuando se pretende implantar una reforma justa. En apoyo de mi teoría diré que en el Congreso de Abogados celebrado en Madrid el pasado año se puso de manifiesto la necesidad de reformar la ley en este sentido, y como detalle digno de tenerse en cuenta, señalaré que fueron los abogados sacerdotes, a los que sus circunstancias hacía imparciales, los que se pronunciaron a favor de esta reforma . 

  El  periódico ABC que ha publicado el artículo empieza a recibir más de 100 cartas diarias durante semanas. Mercedes empieza una actividad frenética: da conferencias, es recibida por Franco, el presidente del Tribunal Supremo, Castán Tobeñas, se hace eco de sus reclamaciones. Se publica en el New York Times, en el Daily Telegraph, en la revista Time. Robert Capa, entonces director de la revista Holiday, prepara un reportaje sobre las mujeres que más luchan por sus derechos en cada país; envía a Inge Morath, mujer que sería de Arthur Miller, a España a fotografiar a Mercedes. Inge se enamoró de España, pero esa es otra historia.

Mercedes fotografiada por Inge Morath.

  ABC aprovecha el tirón e inicia una encuesta acerca de si debe reformarse la legislación. A pesar de los ríos de tinta y el ruido, tras un tiempo la mujer de las 12 puñaladas va a ver a Mercedes y le dice:

"Vengo a ver qué me aconseja usted que haga, señorita. Mi marido está en la calle. Le han puesto en libertad. Si se le ocurre ir a casa entrará aunque yo no le abra. Tiene derecho, la casa sigue siendo suya…"

Tras 5 años de lucha en 1958 se reforma el Código Civil. Lidia Falcón que, como Carrillo, debe ser inmortal o han hecho un pacto con el Diablo, me inclino por esta última versión, hace estas declaraciones (quién te ha visto y quién te ve, papagayo totalitario):

«los artículos de Mercedes Fórmica recorrieron todo el país en pro de los derechos de la mujer. Se celebran inmediatamente cursillos y congresos convocados por la Academia de Jurisprudencia sobre el tema La mujer ante la ley. Durante cinco largos años se debate y se debate entre las irónicas respuestas de los que ven en la campaña un resurgimiento del loco y apolillado feminismo. Pero las cuchilladas no cuajan con el nuevo feminismo norteamericano, y a pesar de la resistencia de los tradicionalistas, el 24 de abril de 1958 se promulga una ley por la que se varían sesenta y seis artículos del Código Civil» .

 El pueblo llama a esta reforma "la reformica" en clara alusión al apellido de Mercedes. Enumeremos lo más importante que consiguió Mercedes en esta primera reforma:

- Sustituye el concepto "casa del marido" por "hogar conyugal", desde entonces los jueces pueden decretar que sea la mujer la que se quede con el hogar en caso de separación.

- Eliminación de la figura degradante de "depósito de la mujer" por la cual el marido tiene obligación de  depositarla en casa de los padres o un convento en caso de separación.

- Se eliminan los poderes absolutos del marido para vender los bienes del matrimonio.

- Las mujeres viudas que contraigan nuevo matrimonio mantendrán la Patria Potestad sobre sus hijos.

Y su mayor fracaso no fue por no intentarlo:

- Eliminación del tratamiento discriminatorio de la mujer adultera frente al hombre adultero en el Código penal.

Hasta 1981 no se consiguió la plena igualdad de marido y mujer en el matrimonio.

Mercedes se separa de su marido y contrae segundas nupcias en 1962 con José María de Careaga y Urquijo, que fue alcalde de Bilbao. Sin dejar la lucha feminista se dedica a la literatura, sigue cosechando premios y se ve envuelta en una polémica con Antonio Gala a quien acusa de plagiarle una obra. Aún en 1998 defiende a una viuda a la que ha quedado una paga de 2.083 pesetas. No dejó de ejercer hasta estar muy enferma, cerca de la muerte, su profesión de abogada en defensa de los derechos de la mujer. Muere en Málaga el 22 de abril de 2002 víctima del Alzheimer. Jamás renegó de sus ideas y dijo, poco antes de morir, que tenía fe y la religión le había aportado la esperanza y el objetivo de su vida.

El premio a su labor es el acostumbrado en este país de mierda con esta sociedad de mierda: el olvido para quien esté fuera del tablero, no se acople al traje ideológico que toque llevar. Ninguneada por una derecha estúpida acobardada por el feminazismo promovido por el capitalismo. Ninguneada por una izquierda en la que el feminazismo y el puritanismo de lo políticamente correcto han tomado las riendas. Ninguneada por el feminismo oficialista que sólo te ajunta si eres progre. Ninguneada la mujer que más consiguió cuando más difícil era conseguirlo, en este espacio ya tienes tu sitio, Mercedes. Que no es mucho, pero más no puedo hacer.

A Marcela, que por circunstancias que no vienen al caso me recordó esta historia que yo, mea culpa, hijo de mi tiempo, también había olvidado.

Toda la información se puede encontrar en la red. Ruego me avisen si detectan errores, incorrecciones, etcétera. Por lo demás sus opiniones son libres, de eso no tienen que avisarme o pretender que cambie la mía.

El texto es integro mío salvo lo evidentemente citado.