viernes, 26 de octubre de 2012

Malvados de leyenda: Agapito García Atadell. I.

No recuerdo quién dijo que un héroe en tiempo de guerra es lo que llamamos un sicópata en tiempo de paz. 
Son conocidos los problemas sicológicos de muchos "héroes" (los que son de nuestro bando), acostumbrados a matar muchos "enemigos" (los que son del bando contrario) y ser aclamados por ello, cuando tienen que reintegrarse a una sociedad ya en paz. Solo saben matar y fueron aplaudidos por ello, convenía aplaudirles, hacía falta gentuza así, en todas las guerras son necesarios, y de repente se encuentran cara a cara con su verdadera dimensión: un tarado con instintos sádicos de escaso nivel intelectual, víctima del aplauso fácil de una sociedad necesitada de carniceros en tiempo de guerra. 
Las películas de veteranos del Vietnam hablan bastante de ellos. 
Y por supuesto que hay excepciones; gente equilibrada que se ve en la necesidad de matar, porque las guerras no son un videojuego y el "enemigo" (uno tan pringado como tú) no ataca con besos multicolores.
Pero, siguiendo la teoría, acertada en mi opinión, de los marcos de Lakoff que contábamos ayer, la diferencia entre héroe o villano, entre patriota o terrorista, básicamente consiste en ser de nuestro bando o ser del bando contrario.
Si uno del bando contrario pega chicles en los bancos de los parques para que se nos quede el culo pegado, eso es puro y duro terrorismo, caballeros, y como tal hay que responder. Sin sentimentalismos.
Si uno de nuestro bando deja caer una bomba sobre un supuesto enclave terrorista y manda a ver a Alá por la vía exprés a 14 niños y 22 ancianos, eso no es más que un error debido a nuestra necesidad de defendernos, señoras.
Los mismos métodos, los de siempre, los infalibles, los de no andarse con mariconadas, los de resultados garantizados, son buenos o malos dependiendo de quien los haga.
Entonces, para nosotros, la infantería social, el populacho, ¿cómo vamos a distinguir realmente quién fue bueno o malo? 
Sí, por ejemplo, en nuestra inefable Guerra Civil, queremos distinguir, cribar, prescindir de nuestros marcos mentales de fachas=malos, rojos=ángeles laicos, o al revés, según te cuenten la historia,  y tratar de ser objetivos, ¿cómo medir quién fue realmente malo o quién se vio abocado a un destino aún sin quererlo, quién fue arrastrado por unas asquerosas circunstancias?
Les propongo la prueba del algodón de la maldad: alguien que fue tan remalo que ambos bandos lo acusaron de ello y ambos bandos pidieron su cabeza. Si eso no es ser malo con total seguridad, ya me dirán qué es ser malo.
Y ese alguien fue Agapito García Atadell.

El rostro del mal en estado puro. Se parece a un profesor de matemáticas que tuve.
“Agapito GARCIA ATADELL no era más que un bandido, un canalla, pura y simplemente, que se proclamaba socialista. En los primeros meses de la guerra había creado en Madrid, con un pequeño grupo de asesinos, la siniestra BRIGADA DEL AMANECER. Por la mañana temprano, penetraban por la fuerza en una casa burguesa, se llevaban a los hombres “de paseo”, violaban a las mujeres y robaban cuanto caía al alcance de su mano. Garcia, a quien los fascistas buscaban ávidamente, era una de las verguenzas de la REPUBLICA”
 Declaraciones del cineasta Luis Buñuel, del que no es preciso apuntar su filiación republicana, en absoluto franquista.
García Atadell, en adelante Agapito por economía lingüística, nació en Vivero, provincia de Lugo un 28 de mayo de 1902.
De sus primeras correrías, donde ya apuntaba finas maneras, tenemos noticia el 17 de enero de 1922, contando Agapito con 20 tiernos añitos: fue detenido por coacciones y amenazas al obrero impresor Benito Pérez García; este no quiso afiliarse a la asociación de impresores a la que pertenecía Agapito.
De ahí pasamos a enero de 1924, cuando fue detenido por escribir artículos llamando a la rebelión desde una óptica comunista. En noviembre del mismo año volvió a ser detenido, ya era secretario de las juventudes comunistas, entrando en la cárcel por primera vez. Recobra la libertad en marzo de 1925 y marcha a París, desconozco ahora mismo con qué objetivo, siendo detenido de nuevo a su vuelta de la capital francesa.
La trayectoria de Agapito es la normal en un revolucionario de la época. Nada que destaque en un  tiempo en el que lo raro era no estar posicionado en uno u otro bando y no ir de cuando en cuando a la cárcel. Era entonces la vida así para cualquiera que quisiera mojarse contra el orden establecido. La lucha no consistía en agitar las manitas en las plazas mientras retuiteabas la revolusión. (En la actualidad la lucha, lo que es la lucha, tampoco consiste en eso, pero queda muy bonito y enternecedor).
Hemos visto que Agapito es uno de los escasos comunistas de la época, en una España dominada por anarquistas y socialistas en el campo revolucionario.
En 1928 se traslada a Madrid para trabajar de tipógrafo en "El Sol" y "La Voz". Se pasa a las filas socialistas. Justifica este pase en un artículo en "El Socialista":
Al Comité de la Agrupación Madrileña.- SaludEstimados camaradas: Desde la edad de quince años vengo militando en las filas del proletariado. Circunstancias políticas internacionales, apreciaciones marxistas, hechos ocurridos dentro del Partido Socialista, hicieron inclinar mis simpatías a favor de la Revolución rusa y, por ende, me desligué del socialismo español para militar en la Sección española de la Tercera Internacional.Mi actuación política –y no me pesa– me reportó infinidad de prisiones con sus correspondientes procesos y sinsabores. Tal es la consecuencia lógica de los que luchamos noblemente por ideales de justicia.Mi actuación sindical está limpia de toda marcha. Primero en Vivero –mi pueblo natal–, donde unos cuantos jóvenes organizamos a los obreros del ramo de la construcción, con su correspondiente periódico de combate; después en Ferrol, donde los camaradas de “El Obrero” recibían mi modesta ayuda como colaborador, y posteriormente en la veterana Asociación del Arte de Imprimir, de Madrid, he dedicado todos mis afanes y desvelos en servir a la noble causa que a todos nos guía.Circunstancias excepcionales me llevaron a ocupar puestos importantes dentro del comunismo español. En ellos realicé la labor que pude, creyendo que defendía una causa justa…Las ambiciones de unos, las maldades de otros y las tácticas nefastas de orientación, me hicieron pensar seriamente. Y puesto a pensar, en los ratos de encierro carcelario, he sacado en consecuencia que todos los que militamos en el comunismo español sufrimos un gran error. De ahí el que yo me separe de este partido, para ingresar de nuevo en el que jamás he debido abandonar.Sin embargo, me cabe la satisfacción de que siempre he defendido el ideal con tesón, importándome muy poco los sinsabores sufridos. Pero cuando se tiene cierta experiencia y se ven ciertos manejos indignos, no hay más remedio que desligarse del partido comunista, dado que permanecer en él es perpetuar las luchas internas que minan, desgraciadamente, al proletariado español.Decía el maestro y llorado Iglesias [se refiere a Pablo Iglesias] que “dar a los ilusos reflexión para que no marchen por extraviado camino, es una labor tan positiva, tan grande y tan hermosa, que deben realizarla con verdadera complacencia todos los que militan en el campo socialista”. Y este pensamiento filosófico del maestro lo suscribo íntegro.Pido, pues, camaradas del Comité, mi alta en el Partido y en la Federación de Juventudes.Espero, pues, vuestra decisión.Cordiales saludos proletarios de vuestro compañero.

No tarda Agapito en hacerse un nombre en las filas socialistas. Buenas dotes oratorias, inteligencia natural, trayectoria revolucionaria sin mácula... Según diversas fuentes se relaciona con líderes tales  como Largo Caballero y Prieto.
Rastreando la prensa tenemos nuevas noticias de Agapito en 1934, agitando una huelga contra el diario monárquico "ABC" siendo encarcelado, de nuevo, por ello.
Las dos putas españas eternas se están buscando y se van a encontrar. La situación social se degrada por momentos; se queman iglesias, se asesina con bastante impunidad, las huelgas se suceden, los españoles se posicionan. Va a llegar el momento de los héroes y de los sicópatas y Agapito va a saber aprovecharlo. Como es inteligente, en principio elegirá ser un héroe.
 Hay un héroe, o sicópata, que jamás lograré entender: el de retaguardia. Puedo entender al héroe, o sicópata, que henchido de ideales se va al frente a pegar tiros contra sus supuestos enemigos, al tiempo que pone su pecho a disposición de las balas contrarias. Pero los limpiadores de retaguardia, esa gente siniestra de llamar a las puertas de las casas en mitad de la noche, atrapar a supuestos enemigos indefensos y, a sangre fría, dispararles en cualquier cuneta, me provocan el peor de los ascos sean del bando que sean.
En 1936 estalló la tan ansiada guerra, ansiada por ambas partes, y García Atadell se convirtió en un héroe de retaguardia.

Y ahora que estaba en vena y ya me estaba calentando con la proximidad de la sangre, me toca salir.  Dejamos la historia para un siguiente capítulo.





8 comentarios:

  1. Mientras sigamos jugando al juego de buenos y malos, o tigres y leones como cuando éramos pequeños, con dificultad evolucionaremos.

    Entiendo más a los psicópatas que a los héroes, pero como sabes sólo tengo fe en los "eHores".

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  2. Pues tengo varias cosas (poco importantes) en común con este Agapito, pero espero al final por si la historia se endereza.
    Y sí, no debió ser muy querido porque por aquí nunca oí hablar de él, ni como héroe ni como psicópata, así que interpreto que la izquierda no quiso saber nada más del personaje, jaja.
    Bicos.

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  3. Bueno pues nada, a esperar, pero de momento el tío este del que no he oído hablar nunca, no me cae bien, esperemos a ver si no me tengo que echar para atrás, pero no creo...
    Salud

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  4. Espero el final de la historia de Agapito...Dónde se mete ud?. Un beso

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  5. Hostia puta, compadres, que me toca salir para varios días y no lo voy ni a poder acabar en un tiempo.
    Me cago en la leche.
    Esto no se le hace a los amigos. Arrrrrrrrrrrggg.


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  6. ¿Y este Agapito también se escapaba?
    Es por saber si eres peor que él, jajaja.
    El día que escribamos la historia del Desclasado...
    ;-)
    Bicos.

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  7. En mi humilde opinión las guerras y al defensa de los ideales han servido de excusa a muchos asesinos. No sé que mal les aqueja y tampoco sería capaz de calificarlos como enfermos mentales, si son capaces de distinguir el bien del mal son responsables.
    El tipo da mieditis.
    Uff, cuanto me alegro de ser una mariquita.

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  8. Lo que apuntas al principio, lo apuntaba Chaplin (muy acertadamente) en el discurso final de Monsier Verdoux.
    No te vayas a las pelis del Vietnam. Te recomiendo una que es buenísima que trata en parte sobre este tema. Capitán Conan de Tavernier.
    Por lo demás... indistintamente de bandos, acciones y hechos criminales son la misma cosa, da igual donde estés. Lo que pasa es que los "victoriosos" siempre van a saber cómo disculparse, supongo.
    Y centrándonos en el tema... miedo me da Agapito... y miedo me daba ver qué longitud iba a tomar tu entrada (recuerdos de quién mato a Durruti o alguna entrada más larga me venían a la mente (a dios gracias que has tenido que salir; aunque no dejo de reconocer que eran las que más me gustaban de este blog)...
    Pero en partes, casi mejor.
    Un saludo.

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