sábado, 17 de agosto de 2013

La guerra y sus miserias.




-Abuelo, ¿viviste la Batalla de Gibraltar? -Sí, claro, fué durísimo. Estuvimos 3 días en Twitter. Muchos cayeron. Casi me reportan 2 veces


Visto en un twitter. Desconozco quién fue el original.

domingo, 11 de agosto de 2013

La familia de mi amada es gente espiritualmente muy pobre.


- Ayy, pobrecito mi sobrino que le van a decir ya que los Reyes no existen.

- ¿Cómo que no? Existen y tienen superdotación intelectual, sobre todo la infanta...

- Vaa, no te burles, que me da pena.

- ¿Qué tiene ya, 23 años o así?

- Tonto. Tiene 8.

- Joder, a los 8 años había yo ya cazado mi primer cocodrilo y seducido a 3 viudas millonarias.

- ¡Me da una pena!

- ¿A qué edad te lo dijeron a ti?

- No recuerdo... Pues sobre esa edad sería, los 8 o por ahí.

- ¿Y vosotros que le poníais en el balcón a los camellos para comer?

- ¿Para comer? Nada. Les poníamos una palangana de agua.

- ¿Sólo agua?

- Sí, sólo agua. ¿Vosotros les poníais comida?

- ¡Pues claro! En mi casa se les ponía un vaso de leche. ¡Qué gente más pobre erais!

- ¿Leche? Ja ja ja ja. ¿En un vaso?

- Sí, claro, en un vaso.

- ¿Y tú te creías que los camellos bebían leche en vaso?

- Mira, a partir de que me creía que un camello llegaba volando al balcón, lo de que beban leche en vaso es lo de menos, ¿no crees?

- Ja ja ja. ¡Pero qué ridículo ponerles leche!

- No, porque vosotros fuerais espiritualmente gente muy pobre y muy mezquina, no quiere decir que mi familia fuera ridícula. Todo lo contrario: mostraba señorío ponerles leche a los camellos.

- ¡Pero si nadie les ponía comida! Y menos leche, ayy, qué me da la risa, ja ja ja ja.

Sí, amigos, cuando fui joven e inocente creía que esos tres tíos y sus camellos, volando to locos por el cielo, se metían en mi balcón y se bebían la leche. Así era yo, un tipo con más pensamiento mágico que García Márquez. Ya más de mayor también he creído ver cosas raras, pero con ayuda de estupefacientes.

Estamos en una terraza y hay gente conocida sentada cerca. Siento curiosidad por ver cómo de pobres espirituales eran la familia de mi amada. 
Pregunto:

- Juanita, ¿ vosotros, en tu casa, les poníais de comer a los camellos de los Reyes?

- ¿Queeeé?

- Como suena: ¿la noche de reyes les poníais comida en el balcón a los camellos?

- Jajaja. Pero por dónde te ha dado a ti hoy... A ver que recuerde... Sí, les poníamos lechuga.

Me vuelvo a amada, que ya pone cara de fastidio frente a mi expresión triunfal:

- ¿Lo ves? 

Y de nuevo a Juanita:

- En casa de María eran tan pobres que sólo les ponían agua, pobres bichos.

Pregunto a más gente:
Paja, naranjas, más leche, pan, más lechuga, ¡higos secos!, ¡turrón!... Y en ese plan.

Mi amada enfadada:

- Mira, si tus padres tuvieron carencias en su infancia entiendo esa actitud de nuevo rico con complejo de ponerle comida a los camellos.

- Ya... Ahora resultará que, no sólo erais pobres; también mezquinos, no ponerle comida a los camellos es tener clase y tal. Ya... 

Murmuro: - Bah, gente que ni un triste trozo de pan le ponía a los camellos...

No habrá sexo en unos días, lo sé. Pero qué a gusto me he reído y me sigo riendo. Es que ni un puto mendrugo de pan, qué gente más triste.