miércoles, 9 de junio de 2010

Cuarto cambio de título: la entrada más empastre que jamas hice. Aciago día...

El tipo que me deja el contador de visitas gratis me manda un mail:

Soy David, webmaster de contadorwap.com, simplemente te envío este email para comunicarte que desde hace unas semanas puedes utilizar un nuevo recurso web que he desarrollado para tú página o blog.
Es una herramienta muy útil que avisa cuando un dominio ha dejado de funcionar, envía un email y genera un informe donde podrás comprobar el tiempo que ha estado inactivo el dominio o blog.

En principio lo desarrollé para controlar mi dominio contadorwap.com, pero me ha resultado tan útil que decidí ofrecerlo a todos los webmasters y blogers.

Para acceder: http://www.ixurl.com

Si tienes un blog te agradecería una mención al nuevo recurso como apoyo al proyecto.

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Hale, ya he cumplido. Al fin y al cabo el servicio me lo da gratis, poco me cuestan estas lineas. Ahora pueden aprovechar la entrada para hablar del amor, de las diferencias entre hombres y mujeres, o de lo que les dé la gana que al cabo es lo que hacen: hablar de lo que les da la gana. (Y a mi me encanta que lo hagan).


El Desclasado cumplidor. 


Añadido posterior: joder, qué soso queda esto de los encargos. Les pongo una canción ñoña que me gusta. Además, de "Cumbres borrascosas", ñoñería al cuadrado. Ohhhhhhh.





Reañadido: cambiado el título de la entrada por culpa de Blue. Si es que... hacéis de mí lo que queréis.


Requeteañadido: ahora va Raus y suelta su tesis. Me vais a matar. 3 títulos llevo ya.


Bis: 4º cambio de título. Hay días que parecen noches.

37 comentarios:

  1. jajaajaj cómo cumples., ¿así con todo'?
    yo flipo con tus visitas, tienes un montón.

    Yo sólo hablaré de que estoy muy aburrida y hoy nadie actualiza...¿por qué?

    necesito un trabajo!


    BESO

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  2. Yo no actualizo porque llevo una resaca de tres pares.
    Intento cumplir con todo, a veces no llego. Lo de las visitas no tiene misterio, cada vez que alguien responde a algo, visita que cuenta. Y luego tengo eternos visitantes que jamas escriben, ¿serán chicas preciosas misteriosas que me amarán en silencio? (A quien diga que son gays viejos calvos babosos que me aman en silencio lo maldeciré).

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  3. jajajaajajajaajaj

    cómo eres!!

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  4. Joer, hace casi dos meses que no padezco de resaca, podría darse el caso! jajaja

    pobres calvos..ja

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  5. Huyyy, a punto de ganarte la maldición has estado, creo que ganas no te faltaban.
    En serio: intrigan esas visitas que casi desde el principio me siguen -a diario- y jamás hablan. A mí me cuesta estar muy metido en un blog y no decir algo alguna vez. Si sigo un blog es porque en general me gusta lo que se dice en él y me suelo implicar.
    ¡ Manifestaros, fantasmas del blog!
    (Si sois gays viejos calvos babosos, yo os respeto, pero lo de manifestarse era broma, je, qué cachondo soy, ¿te das cuen, flistro sesuá?)

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  6. jajaajajajajajaja

    Me dirás, yo no puedo contener las ganas de escribir...

    bueno, tienes admiradores qué más quieres, cómo sean siempre es lo de menos apra el ego jajajaa!

    no, no, yo de maldiciones paso ajajajaaj

    ;)

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  7. Joder, estoy bromeando, jajajajajaja. Desde luego, si me das a elegir, prefiero chicas misteriosas enamoradas de mí que gays calvos viejos babosos. Para gustos, colores. Pero vamos, la realidad suele ser bastante más normal y serán personas que lean con gusto, pero no sientan necesidad de intervenir.

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  8. Ayer, sin ir más lejos,debí entrar aquí 30 veces, es que...aquello del romanticismo me encendió. Total, para quedar sin conclusiones.
    :(

    Desclasado, escapaste a tiempo para no mojarte, ja, ja.

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  9. Vale, Blue, te lo debo: me mojo. Dime de qué quieres que opine.

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  10. Esa es otra: mucha gente entra para leer vuestros comentarios. Lo sé por el "repunteo" del contador. Es que decís cada cosa...

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  11. jjajajaja jajajaja q no, q no desprestigies a ls admiradores joder. pobres calvitos gays...jj ;)


    yo es q si hablo de romantiscismo, igual me corto las venas...

    pero seguid seguid..

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  12. Jo, cuánta impaciencia. Allá voy.

    En todos los lugares del mundo, en cualquier época de la historia, los hombres son siempre quienes van detrás de las mujeres para conquistarlas. Es cierto que ellas también van detrás de ellos: exhiben encantos y les regalan miradas seductoras, pícaras o comprometedoras. En otras palabras: se ponen “a tiro”. Probablemente esto sea lo más común: ella envía señales de humo al chico que le gusta y éste, como un corderillo, hará el resto. Quizá crea, ingenuo, que “él” ha ligado. Ninguna mujer renuncia a su deseo de que el hombre que le gusta trate de conquistarla, de enamorarla, de hacerle sentir que ella es única y especial para él, que las demás no le importan. Es cierto que algunas ofrecen sexo fácil sin pedir otra cosa que lo propio. Sí, pero la regla general es que la mujer desea ser rondada, conquistada, valorada, adorada… Puede practicar sexo sin amor a semejanza de ellos, pero su esperanza es que el hombre en que ella se ha fijado acabe rendido a sus pies, reconociéndola como su dueña y señora. ¿Por qué esto es así? ¿Por qué no un mundo en que fueran ellas quienes tuvieran que conquistar a ellos? Los hombres seguirán comprando flores para las mujeres que aman o desean, invitándolas a cenar o al cine, regalándoles joyas, prometiéndoles amor eterno, escribiéndoles encendidos versos de amor, piropeándolas, galanteándolas… La Bibiana y sus incondicionales podrán ponerse como quieran, pero eso no cambiará jamás, a despecho de decretos, leyes y propaganda igualitaristas.

    sigue...

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  13. Por qué esto es así? Porque la naturaleza nos ha hecho así. Un solo hombre puede fecundar a cientos o miles de mujeres a lo largo de su vida y a varias durante una noche loca. Los espermatozoides son baratos, extraordinariamente abundantes. No así los óvulos, recursos biológicos mucho más escasos. Dada su diaria producción, los hombres se ven impelidos a descargar su semen a menudo, con una o varias mujeres (y si no, en solitario). No hace falta “conquistar” a un hombre para que se preste a copular. Va de serie pre-conquistado. Muy dispuesto para la faena.
    Casi ninguna mujer tendrá problemas para encontrar hombres que deseen yacer con ella. Cualquier chica lo conseguirá fácilmente, porque los chicos producen tal cantidad de espermatozoides que siempre están deseosos de donarlos gratuitamente. Sería un contrasentido que el organismo del varón produjera ingentes cantidades de semillas si ello no se acompañara de un enorme y constante deseo de sembrarlas. Lo uno va asociado a lo otro. Algo parecido a una fábrica de bolígrafos o de lo que sea: si se fabrican muchos, también deberán venderse muchos.
    Este es el origen natural de que el sexo solicitado sea el femenino. Una muchacha tendrá todos los miembros viriles que desee cuando desee. Por eso no hay problema. Lo que a ellas les da quebraderos de cabeza es la elección del hombre completo que la pretenda, del dueño de ese miembro viril, de ese cuerpo. Lo difícil no es conseguir un pene, sino un hombre que posea ciertas virtudes. Si la fémina sólo desea un revolcón, cualquier hombre algo apuesto valdrá. Pero si lo que desea es algo serio y formal, ya no valdrá cualquier hombre, por más que esté bien dotado de atributos masculinos o sea joven y fuerte. Ella necesitará saber que ese hombre será un buen padre de familia, responsable y honrado. Y, desde luego, que cuente con posibles para poderla mantener a ella y a los hijos.

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  14. Queridas lectoras: bajad las cejas y dejad de resoplar, por favor. Las mujeres se sienten atraídas (o más atraídas) por hombres con buenos recursos económicos. Negarlo sería tan poco realista como negar que a los hombres se nos va el alma detrás de culos y tetas. Todos los estudios serios y de alcance mundial sobre la cuestión arrojan ese resultado. Es así, podéis enfadaros o poneros de los nervios. O maldecirme. Da igual: la realidad es ésa. Y si alguien desea comprobarlo, no tendrá más que preguntar a un buen número de mujeres. Un muerto de hambre no tiene nada que hacer frente a un hombre rico, incluso aunque aquél esté de buen ver y éste sea sólo del montón. Es lo que se entiende por “buen partido”: los médicos, abogados, ingenieros, hombres de negocios, banqueros…
    No hay misterio en todo esto: la selección natural se encargó de que tuvieran más éxito reproductivo aquellas mujeres que se sentían atraídas por hombres ricos, poderosos y ambiciosos. Las que no tenían estas inclinaciones se quedaron por el camino de la evolución: no transmitieron los genes que las hacían indiferentes a los signos de ostentación y riqueza del varón. Nuestra especie evolucionó en ambientes muy hostiles, donde la supervivencia no era fácil. No había carrefures en las esquinas ni cortes ingleses colmados de comida y artículos de todo tipo. Las que se conformaban con hombres pobres y sin ambición, tuvieron menos probabilidades de alimentar y criar bien a sus hijos. Quizá preguntéis que qué tiene eso que ver con la mujer actual. Todo. Tanto hombres y mujeres somos lo que somos debido a que heredamos, vía genética, los rasgos y cualidades que sirvieron a nuestros antepasados adánicos para sobrevivir en un ambiente que nada tiene que ver con el actual (aquí, en occidente me refiero).
    El drama para hombres y mujeres es que tienen formas de pensar muy muy distintas, casi incompatibles en todos los sentidos. Nada de lo dicho hasta ahora es elucubración o invención mía (ni es mi tesis). Puedo asegurar que se trata de hechos machaconamente contrastados por la psicología, si bien el sentido común se sobra y basta para constatarlos.

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  15. LA QUEJA OMNIPRESENTE
    La queja más recurrente de los hombres respecto de las mujeres es que no hay Dios que las entienda. Es como si ambos hablaran idiomas distintos. Nosotros (me incluyo) no sabemos nunca por dónde va a salir nuestra novia o mujer… En cualquier conversación entre amigos será posible oír cosas como: “no la entiendo”, “no hay quien las entienda”, “están todas locas”, “nunca sé por dónde me va salir”, “me va a volver loco”, “está de morros y no sé por qué”, “se ha enfadado y no tengo ni idea de qué he hecho mal esta vez”; “está de morros porque no he adivinado lo que ella tenía en la cabeza, se ve que tengo que tener poderes telepáticos”… Todo esto lo ha inventariado Desclasado con su habitual ingenio. ¿Cómo es posible que haya salido indemne? Luego lo explicaré.
    Los hombres se sienten irresistiblemente atraídos por las mujeres. Por ello mismo sufren lo indecible cuando, enamorados, ellas cambian de humor, mudan de emociones, largan su lista de reproches y se muestran ariscas. La mayor parte de las discusiones las inician las mujeres. Y el 80% de las rupturas están provocadas por ellas. Rara vez el hombre llega a casa con ganas de bronca, o de morros o con deseos de soltar reproches. La quisquillosa es ella, casi siempre. Por mucho que él la quiera, no pocas veces acabará pensando que su amada es sencillamente insoportable.

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  16. IMPREDECIBLES
    ¿Por qué le parece insoportable? Por su condición de impredecible. Si rara vez tienes idea de cuándo te va a caer una bronca o te vas a encontrar a tu amada fría, arisca y de morros, al final acabas sintiéndote indefenso e impotente. Las mujeres, en cambio, no suelen quejarse de no comprender a los hombres. Al contrario, los encuentran demasiado predecibles, simples, ciegos a los detalles y sutilezas, torpes. La incapacidad para predecir por dónde te ha de venir un palo, genera ansiedad y malestar, incluso depresión. Son famosas las investigaciones que Seligman hizo al respecto con ratas: las encerraba en jaulas y les administraba castigos imposibles de predecir. Los pobres animales acababan deprimidos. El mal de amores afecta más gravemente al hombre que la mujer. Por cada mujer que se suicida por una decepción amorosa, se suicidan 3 ó 4 hombres.
    ¿Pero por qué son tan volubles las mujeres? ¿Por qué les cambia el humor tan fácilmente? Porque ellas están muy pendientes de que el hombre con el que están dé muestras de quererlas conquistar continuamente. Cuando perciben que él se está relajando, se enfadan, incluso se indignan. El hombre que crea que basta con conquistar una vez a su mujer, la lleva clara. Las mujeres necesitan hombres atentos permanentemente, solícitos y aduladores (pero cuidado, sin pasarse, como pronto veremos). El ingenuo que piense que tras la boda ya no necesitará halagarla más, llevarla a cenar a restaurantes “románticos” de cuando en cuando, agasajarla con flores en ciertos momentos especiales, con versos o palabras bonitas, tiene un largo camino de sufrimiento por delante y mucho que aprender. Cuando ella detecte que él ha dejado de cortejarla, la encontrará arisca y fría. Él se sentirá perplejo, porque la quiere como siempre. Él creía que no era necesario volver continuamente a los regalos, los detalles y los galanteos. Creía que el trabajo ya estaba hecho y que todo estaba preparado para rular felizmente y sin tropiezos. No entenderá la reacción de su mujer. Ella, ante la relajación de su pareja, se sentirá mal cada vez que él le pida sexo: pensará que él se lo debe ganar, que no todo es tan fácil como él pretende. La queja recurrente de las mujeres casadas es que él ya no es el galán encantador que fue en el noviazgo, que ha pasado de príncipe a rana. Es una lucha que se repite todos los días en millones y millones de hogares. Esa lucha muchas veces acaba en drama.

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  17. DOMINAR AL HOMBRE
    Pero esa volubilidad cumple otra función inestimable: dominar al hombre. La idea feminista de que los hombres dominan a las mujeres es absolutamente falsa. Huelga decir, como siempre, que hay de todo. Hay hombres que no se dejan dominar de ninguna manera y que imponen su voluntad con golpes en la mesa: feo asunto. Sin embargo, todo el mundo sabe que las mujeres, en general, hacen lo que les da la gana con los hombres, especialmente con los maridos. Existe el “calzonazos”, pero no la “calzonazas” (no hay contrapartida lingüística). Incluso el “bragazas”. Ellas son las AMAS de casa, y las amas son las que mandan. Y cuando un hombre ve a su amigo le pregunta por los hijos y por su SEÑORA. Jamás o casi nunca se le pregunta a una mujer por su SEÑOR.
    Las mujeres dominan a los hombres sin problemas, y ellas lo saben desde muy pronto. A base de morros, malas caras, frialdad, jaquecas repele-maridos, lágrimas fáciles, peticiones estrafalarias o subjetivas, antojos, silencios pastosos, reproches, chantaje emocional, etc., el hombre acaba sintiéndose inseguro y temeroso de que su amada lo mande a freír espárragos el día menos pensado. Cuanto más arbitrario e imprevisible sea el enfado de la mujer, más eficaz será el mecanismo de dominación. En general, no importa lo valiente que sea tal o cual hombre. Sé de uno que hizo frente a un negro enorme que quería robar a una mujer. Corajudo cual tigre, saltó sobre él y lo redujo. Sin embargo, este mismo hombre me confiesa que hace todo lo que le pide su mujer para que no se enoje con él. En alguna ocasión lo ha tachado de cobarde. Las mujeres son la debilidad del hombre. Lo contrario no es del todo cierto. La mujer se siente muy atraída por el hombre, pero éste rara vez la dominará. En los mismos infantes se ve muy claro cómo las niñas son mucho más astutas, y cómo los mangonean a su antojo. Esto no varía con la edad.
    http://www.youtube.com/watch?v=uD9wWm3tTD8

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  18. CALZONAZOS
    Las mujeres son especialmente hábiles para tergiversar una situación en su provecho, darle la vuelta a un asunto y manipular cualquier circunstancia. Y para hacerse la víctima. Rara vez pedirán disculpas. Al contrario, es sólito y cómico que sea el hombre el que las pida sin haber hecho absolutamente nada. Es frecuente que él acabe pidiendo perdón por el mal genio de ella y la gresca que ella ha provocado. Él sólo desea que pase el temporal y que las aguas vuelvan a su cauce cuanto antes. Si tiene que pedir perdón, lo pedirá. Calzonazos perfecto.
    Aunque muchas mujeres sientan disgusto al leer esto (cosa normal), saben que es así. Y es muy posible –mucho- que yo acabe pidiendo perdón por decir todo esto aquí, ya lo vio venir. La actitud de alguna de las chicas que escriben en este blog al saber que yo publicaría una tesis hablando de por qué las mujeres son como son, no deja lugar a dudas de los zarpazos que me esperan (a mí, Desclasado, no a ti). Dejan claro desde un principio que no consentirán que nadie hable nada malo de ellas, las mujeres. Una aptitud que refleja la decidida intención de no estar dispuesta a reconocer ningún defecto en su sexo y la hostilidad con que se abordará la lectura. Contra el hombre puede decirse lo que sea. Bien dicho estará. Pero no contra la mujer. Eso no. Su condición de dominadoras no permitirá insurgencias.

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  19. LA EVOLUCIÓN
    Nada de lo aquí dicho se entenderá bien si el lector ignorara que hombre y mujeres somos el producto de un largo proceso de selección natural que se desarrolló hace millones de años. Las condiciones de vida actuales no tienen nada que ver con aquéllas en las que nuestros antepasados evolucionaron. Sin embargo, hemos heredado sus rasgos característicos generación tras generación. En tiempos remotos (evolutivos) las mujeres necesitaron la protección de un hombre fuerte. O de un grupo de hombres. Aislada y sin protección de un macho, la mujer podría ser fácil presa de grupos u hombres hostiles, ser violada o perecer por hambre. Especialmente cuando quedaba embarazada o cuando criaba niños pequeños.
    Pongámonos en situación y preguntémonos: ¿Qué suerte podría correr, en aquellos tiempos, una muchacha embarazada o madre de uno o varios hijos si no tuviese a su disposición a un hombre que hiciese lo que ella quisiera? ¿Qué ocurriría si las mujeres de hace millones de años no hubieran desarrollado mecanismos para dominar psicológicamente a los hombres, en especial a sus parejas? La enorme atracción sexual que los hombres sienten de forma natural ya forma parte de esa dominación femenina. También el enamoramiento. Pero la dominación se completa cuando la mujer hace saber al hombre que ella no le pertenece definitivamente, sino que sólo cuando él se avenga a satisfacer sus deseos ella estará disponible y cariñosa. La típica (pero real) volubilidad femenina (los cambios de humor y los enojos impredecibles) cumple la función de que el hombre no pueda estar nunca seguro de los sentimientos de ella. Él es lineal, casi sin cambios de humor visibles. Muy predecible. Pero ella, extremadamente cambiante. Cada poco, la mujer se ve impelida a dar un toque de atención al hombre: “chico, no te relajes, que no me tienes contenta.” Él, entonces, tendrá que darle más pruebas de amor y fidelidad, demostrarle que es digno de su confianza y amor. Por eso, ellas se entregan a su pareja cuando éste ha tenido un fino detalle romántico. Ella se siente amada (tranquila) y concede.

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  20. ATRACCIÓN POR LOS FUERTES
    Un boxeador con pujos de grandeza deseará batirse con el boxeador más fuerte. El corredor de velocidad quiere vencer a su rival más fuerte. Yo me sé fuerte cuando venzo al fuerte. Elevarse sobre el débil no engrandece a nadie, antes lo contrario. Las mujeres quieren ser cortejadas. Pero según y cómo. Si el pretendiente se muestra ansioso, extremadamente solícito y pegajoso, la mujer lo desdeñará. Al contrario: se sentirá atraída por el gallardo que no le hace ningún caso. Ella deseará ser cortejada por ése. ¿Por qué? porque las mujeres se siente atraídas por hombres psicológicamente fuertes e independientes. Conseguir que el fuerte te ame es un triunfo para cualquier mujer. Ese hombre fuerte podrá ser el hombre apropiado: la galanteará, pero sin caer en la debilidad del ansioso; la rondará, pero sin agobiarla. Las mujeres se sienten atraídas por hombres con buen sentido del humor, resolutivos e independientes. Los hombres apocados, tristones o sumisos no son de su agrado. La vida está llena de escollos y dificultades que exigen buena dosis de fortaleza mental para superarlos. Los hijos del fuerte heredarán esa fortaleza tan necesaria para sobrevivir en un mundo difícil y hostil como éste. El sinvergonzón de Desclasado es un ejemplo perfecto de ese tipo de hombres que atraen a las mujeres por el desenvolvimiento y desparpajo con que se manejan. Dicen lo que les da la gana (o casi), pero con el necesario sentido del humor. Ha dedicado innumerables entradas a la descripción y mofa del irracional comportamiento femenino y, sin embargo, ahí lo tenemos: indemne, yéndose de rositas como si nada.

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  21. La leche. No sé si leerte -aún no lo he hecho- o irme para siempre y cerrar el blog. Aquí es cuando una colonia de hombre se la juega.
    Voy a ser sincero antes de leerte: estaba convencido de que estabas trampeando para mostrar una evidencia: que las mujeres son más curiosas -cotillas- que los hombres y que un enigma que planteas, se convierte para ellas en irresistible. querías evidenciar eso, ese era mi convencimiento, mientras observaba divertido como te entraban al trapo. Voy a leer. Alea jacta est, que si quieres arroz, Catherine.

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  22. ROMANTICISMO
    Nada puede extrañarnos que las mujeres deseen para sí hombres románticos (pero mentalmente fuertes). Cuando un hombre quiere conquistar a su amada, se convierte en siervo de sus deseos: le regalará flores, la invitará a cenar, le cocinará, la invitará al cine o al teatro, la piropeará y halagará, la protegerá… Él desea que ella sea su señora, su consentida. Lo que las mujeres piden cuando desean a un hombre romántico es que éste esté ahí para servirlas, protegerlas y satisfacer sus deseos. Ese hombre romántico estará a un paso del convertirse en un calzonazos. Los varones actúan como románticos cuando desean enamorar a la mujer que les gusta. Se convierten en calzonazos cuando desean que la mujer con la que ya viven no se enoje. Entre el romanticismo y el “calzonismo” media la cruda realidad que la mayoría de los hombres casados descubren en sus respectivas: la de que ella puede enojarse misteriosamente, por razones que están fuera del alcance de cualquier mente racional. Para evitar ese enojo, él acaba cediendo más y más terreno, hasta que no quepa ni la menor duda de quién es el que lleva los pantalones en casa, quién es el amo y quien el señor: ella. Ella es el ama y ella es la señora. Él está ahí para servirla y acatar.
    La cosa se complica. Los calzonazos no gustan a las mujeres. El calzonazos se muestra solícito y sumiso para no enfadar a la señora. Pero esa actitud de sumisión es lo que, precisamente, la enfadará en muchas ocasiones. Ellas no quieren a un pelele, a un hombre psicológicamente débil. Por esta razón, muchas mujeres acaban desenamorándose de su marido. Quieren alguien que las consienta pero que no pierda la independencia, el misterio y la gallardía. La actitud sumisa del marido las va cargando día a día. ¡No es eso lo que quieren! Ese hombre ya no les parece misterioso: se ha hecho por completo previsible. Él no lo hace bien por ningún lado: no la corteja como lo hizo en el noviazgo, pues no sabe el muy ignorante que esa mujer le exigiría ser conquistada una y otra vez; simplemente se pliega pasivamente a los deseos de ella: ha quedado reducido a simple calzonazos. Los galanes de cine agasajan y consienten a la mujer que rondan, pero no son calzonazos. Exhiben humor, ironía, son burlones. Agasajan a la chica, pero no están anulados. Si ella cede a sus galanterías, perfecto. Si no, no hay problema: no perderá el sentido del humor, buscará otra. Él, comportándose así, tiene encanto. Si se convierte en un bragazas, lo perderá.

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  23. La reacción de las lectoras (todas o la mayoría) es previsible. Se sienten ofendidas. Ya estaban predispuestas a enfadarse: por eso empezaron a afilar uñas y dientes cuando este escrito fue anunciado. Incluso antes de conocer su contenido específico, las chicas ya lo estaban negando y reprobando. Estaban dispuestas a pre-juzgar, no a juzgar. Sé de sobra cuáles serán algunas de las objeciones: “nos pintas como las malas de la película”; “son topicazos”; “hay mujeres dominantes y hombres dominantes, hay de todo, no se puede generalizar”; “¿y los hombres, qué?, ¿son santos, acaso?”
    Lo que ocurre es que tanto los hombres como las mujeres son como son porque la naturaleza les ha hecho así. Ellos no pueden evitar estar obsesionados por el sexo y estar siempre pensando en mujeres jóvenes y bellas, en culos y tetas. Es así. Pueden intentar cambiar, pero seguro que no lo conseguirán. Ellas no pueden dejar de soñar con príncipes azules que les proporcionen seguridad material y un mundo de “glamour”.
    Tampoco pueden evitar las hesitaciones y los continuos cambios de humor, de los que ellas mismas son víctimas. Cuántas hay que reconocen que no saben lo que quieren. Su volubilidad forma parte de sus propios mecanismos de supervivencia. Esa volubilidad fue necesaria para acabar dominando al pretendiente. Él deberá esforzarse por tener contenta a su señora, por darle la atención que ella y los hijos necesitan. Tampoco ellas lo pueden evitar: es así. ¿Pueden invertirse los papeles? Sólo superficialmente, para satisfacer, como hoy ocurre, alguna moda cultural. Jamás veremos a las mujeres cortejar activamente a los hombres: agasajarlos, consentirlos, dedicarles poesías, palabras bonitas, regalarles flores, hacer locuras o gestas de amor, etc. El guión igualitarista ha conseguido que algunas chicas jóvenes den el primer paso, que propongan al chico sexo fácil. ¿Pero qué chica renunciará a que el chico que le gusta se convierta en su príncipe azul? ¿Cuál de ellas no deseará que ese chico se comporte como un galán enamorado?
    La mayor parte de las mujeres no puede dejar de ser dominante. Lo llevan escrito en sus genes. Forma parte de su naturaleza. Ello, de por sí, no las convierte en malas. Las hay retorcidas y las hay bondadosas. También hay hombres sumisos y malvados. Sumisión no es lo mismo que generosidad ni sinónimo de bondad. El esbirro o el torturador son sumisos al amo que les manda cometer crímenes. Mujeres hay que tienden a dominar, mas sin desear ningún daño a nadie. Otras, desde luego, llegan a anular y someter más allá de lo moralmente admisible.

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  24. LA TESIS
    ¿Cuál es la tesis? Que las mujeres son volubles y de humor impredecible como parte del mecanismo para dominar a los hombres, y que ese mecanismo de dominación se desarrolló hace millones de años como una pieza del equipo de supervivencia con que las mujeres se enfrentaban al mundo: un mundo extremadamente duro y cruel. El hombre enamorado y sumiso buscará más comida para alimentar a la mujer y los niños, le construirá un refugio, los defenderá de posibles intrusos, explorará nuevos territorios de caza, estará pendiente del bienestar de ella y los críos…
    Por el contrario, una mujer contentadiza y sumisa, satisfecha con lo que el hombre le ofreciera, correrá peor suerte. Si su humor es constante y predecible, él podría relajarse: conformarse con los recursos que ya tienen, darse al vicio, volver tarde a casa, descuidar a los niños, no atenderla a ella… Mal negocio. Es por eso que a las mujeres les gustan los hombres emprendedores, activos e ingeniosos. ¿Qué tipo de mujer fue seleccionado por la naturaleza? ¿Qué tipo de mujer tuvo más probabilidades de reproducirse y pasar sus genes a la siguiente generación, la dominante o la sumisa? ¿La emocionalmente estable o la inestable? ¿La que no estaba contenta nunca con lo que tenía o la que se conformaba con poco? ¿La que dominaba al hombre o la que no lo dominaba?

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  25. Por último, hay que recordar que los hombres se vuelven locos por los encantos físicos femeninos. Siempre están dispuestos y preparados para el asalto. No necesitan, en general, de preámbulos amorosos ni estar enamorados para practicar el sexo con desconocidas. Los celos también forman parte del equipo de supervivencia de la mujer. Tanto a ellos como a ellas esos celos les hacen ver fantasmas. La idea feminista de que los hombres son celosos y posesivos para someter machistamente a las mujeres, es totalmente falsa: las mujeres también son celosas y posesivas. Con o sin fundamento, hombres y mujeres temen que sus parejas les abandonen. Y éste es otro motivo para que la mujer (también el hombre) desee controlar de cerca al hombre, un motivo más para la sospecha y el enojo. Ellas esperan que él esté y se muestre enamorado, porque, si no lo están y no lo demuestra con detalles románticos, si ella deja de sentir que es especial y única para él, temerá que se vaya con otra u otras. Si una mujer es especial para un hombre, quedará más tranquila, pensando que, hasta cierto punto, él no tendrá más ojos que para ella.
    El sistema de alarma de muchas mujeres está sobrexcitado. De hecho, la ansiedad afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres. Encuentran más a menudo que ellos motivos para la preocupación, la duda, las imaginaciones catastróficas, los temores infundados. Pero ese sistema de alarma sobrexcitado demuestra que el pasado remoto de las hembras de nuestra especie estuvo plagado de peligros extras debido a la especial vulnerabilidad femenina. Refleja, además, la necesidad de protección. La ansiedad dispara fácilmente la ideación de peligros y catástrofes. Es una forma de anticipar y prevenir peligros. Lo que ocurre es que cuando esa ansiedad es excesiva, la persona verá peligros donde no los hay. Y en una relación de pareja puede ser un motivo más de disputas, discusiones y conflictos. Si las falsas alarmas son muchas, la relación acabará deteriorándose.
    La tesis, mi tesis, presenta un análisis poco halagüeño, por eso dije que había tenido la revelación más triste de la historia. Hombres y mujeres estamos condenados a no entendernos. A lo sumo nos sobrellevamos. Las mujeres son como son (inestables e impredecibles) como forma de dominar a los hombres. ¿Nos queremos? Evidentemente: es parte del drama, aunque, también, de la sal de la vida. Estamos condenados a un sempiterno “y, sin embargo, te quiero”. Pese a todas las decepciones que sintamos, pese a todos los mal de amores que suframos, difícilmente nos resignamos. La trampa del amor nos seduce desde la distancia. Queremos olvidar al ser amado volviéndonos a enamorar de quien, con el tiempo, nos volverá, seguramente, a decepcionar y a hacer sufrir.

    Esto es todo. Me voy corriendo al refugio antibombas.

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  26. Espera, Raus: ¿no crees que convendría hacer una entrada de esto? Aún no lo he leído.

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  27. No estoy de acuerdo Raus, esa tesis es muy heavy, yo nunca he querido dominar a ningún hombre, tampoco me gusta que me dominen a mi

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  28. Desclasado, como tú veas. La he colocado aquí para que fuera más cómodo. Como tú decidas.
    Wendy, yo no hablaba de ti. No he hablado de nadie en particular.

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  29. ¿Ves como esto no había terminado, Desclasado?
    Raus, soy un poco más sintética y aunque partas los comentarios siguen siendo largos.
    A pesar de que apoyarte en estadísticas aseguraría que tu opinión viene en gran parte dada por tu experiencia personal.
    Empezaste muy bien, pero cuando llegaste a los posibles patinaste. Me da igual lo que digan las estadísticas y la psicología, cada uno sabe de lo suyo. ¿Y si el buen partido soy yo? ¿Que me dices?
    Acepto la introducción y las conclusiones, pero todo lo que va en medio no, y no porque no me guste sino porque no me reconozco en ello.
    Somos diferentes, por suerte. A mí no me gustaría que fuérais como las mujeres.

    Decía Saramago que las mujeres son opacas y los hombres son transparentes. Me parece un calificatico mas adecuado para ambos.

    Estamos, por suerte, condenados a no entendernos. Lo que más me interesa es lo que menos entiendo. En cuanto entiendo algo paso la página y voy a otra cosa.

    (Seguiré más tarde)

    Saludos.

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  30. Ya imagino Raus, pero es una tesis que no comparto las mujeres no somos el enemigo público al que hay que temer

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  31. No comentéis más que lo hago entrada, esto tiene tela, ya lo he leído.

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  32. Blue, vamos por partes. Sé que son largos, pero nadie está obligado a leerlos. No, yo no baso esto en mi experiencia personal. Si te da igual lo que diga la psicología y la estadística, quien saca conclusiones de su experiencia personal eres tú.
    Si eres o no buen partido es algo que, como comprenderás, no puedo saber. Por otro lado, se habla de “buen partido” para referirse a hombres, no a mujeres.
    Estoy de acuerdo con Saramago. Y tú también. Es que es de esa opacidad femenina hablo yo, Blue. Quien es opaco no es predecible. Decimos lo mismo.

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  33. Por cierto Desclasin me gusta la canción ñoña con la que musicalizado este post.

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  34. jajajajaj a mí que me hace gracia más que nada...

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Caminante que por aquí recalas: si me comentas en una entrada antigua es probable que no te conteste por no ver tu comentario. Pero no por ello te prives.