Todos los nombres son seudónimos.
No recuerdo con exactitud quién trajo a la pandilla del colegio este juego, que pretendía ser mucho más que juego, que pretendía adentrarse en lo sobrenatural, lo mágico y lo tenebroso. No recuerdo quién lo trajo, pero sí recuerdo que fue el primer año en el que las clases en mi colegio se volvieron mixtas: chicos y chicas juntos. Como fuera que a nosotros nos la sudaban bastante los horóscopos, leer las lineas de la mano y hablar con los muertos, estoy convencido de que esto del espiritismo lo trajeron las chicas, que siempre estaban más receptivas a la dimensión mágica. No importa: recién estrenado el ir mezclados en clase ambos sexos, no tardamos mucho en descubrir quién es realmente quien manda en el mundo, así que si las chicas querían hablar con los muertos, nosotros a hablar con los muertos.
El "encontronazo", así me atrevo a definirlo, de chicos y chicas tras estar años estudiando separados, fue tremendo. O así lo viví yo, pero creo que no, que no fue cosa sólo mía, que fue general. Los enamoramientos surgían como setas en otoño. Yo no daba abasto, no sabía de cuál enamorarme. Como al principio, hasta romper el hielo, apenas hablábamos, te tenías que enamorar por lo visual, por el aspecto físico y el aura que ese aspecto físico te emanase, al no saber realmente el carácter de cada una. Y, joder, qué dilema, si es que me emanaban auras por doquier... Descartadas las tías buenas oficiales para enamorarse; siempre con chicos mayores que las recogían ¡en moto! a la salida del colegio, y ellas hinchadas subiéndose a la moto, que sólo les faltaba saludar a la plebe a la manera borbónica moviendo leve la muñeca. No tengo mucha vocación de masoquista ni de sufridor ni de adorador de autoproclamadas princesas, así que las tías buenas oficiales descartadas. Sólo mirar, no enamorarse. Bueno, mirar y comentar con los camaradas que "vaya tetorras tiene la Alicia", cosas así de no excesiva profundidad. Pues descartadas las princesas lobas, seguía con el dilema: ¿me enamoro de la seriecita tímida de rasgos finos? ¿De la simpática y con desparpajo que no se le ve mala persona? ¿De la rarita que va siempre sola y parece guardar terribles secretos? ¿De la que parece ofrecer, emana un aura más sexual, que promete algo de carne en una despensa, la mía, con telarañas de nacimiento? A tomar por saco y tiro por la calle de en medio: me enamoro de todas y Dios o el destino ya elegirá la mía...
Roto el hielo inicial y supongo que todos enamorados de todas, (no sé si también todas enamoradas de todos, las mujeres son muy raras), se empezaron a formar pandillas mixtas. Se formaban con la excusa de tomar una Cocacola al salir del colegio; hablar mal de los profesores; hablar de "el Amor", así en abstracto, por parte de ellas; hacer nosotros ridículas exhibiciones de fuerza, más a la manera brusca del macho cabrio que con la finura amariconada del pavo real. Una chica de la pandilla, Cristina "la gorda", por alguna razón que nunca preguntamos siempre estaba sola en casa, esto no era lo habitual; en nuestras casas siempre había alguien, si no la mamá sola, la mamá y el papá a la vez con hermanos pequeños chivatos y hermanos mayores que solían mostrar tales aires de superioridad, que daban ganas de meterles un Farias encendido por el culo y decirles: "fumátelo, a ver si eres tan superior". Y lo que era mejor: disponía de la casa para que fuésemos allí a fingir que bebíamos alcohol, fingir borracheras, (ahora sé lo que es beber alcohol y sé lo que es una borrachera) y con la excusa iniciar escarceos muy inocentes mientras escuchábamos música pastelosa que ponían ellas. Cristina la gorda era realmente gorda. Nunca le llamábamos gorda a ella en persona. Se hacía de querer y mucho, siendo muy simpática y ofreciendo el operativo de su casa. Dios o el destino ya habían elegido la mía, así que yo estaba enamorado de Sacri, que era una morenita de pelo lacio, simpática en su, para mí, justa medida, y que parecía cabal sin estridencias demasiado "femeninas".
Pues no recuerdo quién trajo lo de la Ouija, pero seguro que fueron las chicas. Joder, si hasta Sacri en un acercamiento me había preguntado "¿qué horóscopo eres?", pero al estar yo ciegamente enamorado me pareció encantador. Excusa para acercarse, al cabo. Lo mejor fue cuando bastante cortado le dije el horóscopo y sonrió enigmática: "lo sabía...", lo que no sé es si eso era bueno o malo. Si hubiese sido yo un hombre centrado me hubiese tenido que dar miedo el asunto o tomármelo a risa: "¿tú qué eres, la bruja Piruja o qué?", pero al ser un niñato enamorado me pareció misteriosamente encantador el asunto. Espero que, ejem, no supiese también algunas cosillas que imaginaba yo con ella. El caso es que me fui a una guía de esas de compatibilidades horoscoperas, lo que no consigan las mujeres..., para descubrir que mi horóscopo con el de Sacri... pues como que no, como que aquello estaba chungo, amigos. Dejé de creer en los horóscopos, si es que alguna vez había creído. A tocarle los huevos el horóscopo a su puta madre.
Así que en el salón de casa de Cristina alguien soltó lo del espiritismo. Teníamos además siempre luces tenues en casa de Cristina, una lamparita en un rincón...algo así; nos gustaba a todos la poca luz, nos soltaba más, nos hacía más atrevidos y parlanchines. Pues alguien soltó lo del espiritismo y otras personas habían oído hablar de eso. El tema nos arrastró a todos, chicos y chicas. Nos acojonamos sólo de hablarlo. Se podía cortar la tensión en el aire. Ya no hablábamos con desparpajo y en tono festivo; hablábamos trascendentales, en voz tenue y los que más sabían del tema dando a entender que aquello era algo serio. Pero tranquilidad: los muertos nunca te tocaban. Además no se dice muertos; se dice "espíritus". ¿Y el vaso se mueve solo? Y alguien juraba que lo había visto. Otro alguien juraba que incluso quitando el dedo el vaso seguía moviéndose si el espíritu (muerto) era muy fuerte. Hubo quien aseguró que se caían cuadros, la mesa se levantaba y los grifos se abrían solos. ¿Y si se te aparece el Diablo? Ufff, eso es chungo, pero chungo. Si se aparece el Diablo con ese rabo tan largo que tiene, vete a saber lo que puede pasar allí. No, pero es una posibilidad pequeña, vale la pena arriesgarse. Pues a dos chicas que se les manifestó el Demonio (ojo al lenguaje ya técnico: nada de "aparecer", es "manifestarse"), aparecieron muertas con los ojos muy abiertos y desorbitados y la autopsia no sabía de qué habían muerto.
Acojonados. Inquietud en la barriga. Excitación. Ganas de saber más al tiempo que no quieres saber más. Atracción por el abismo, búsqueda inconsciente del vértigo.
¿Cuándo lo hacemos?
Casi me cago. No fui el único. Pero qué arte tengo, oigan, para estar cagado y sonreír frívolamente desdeñoso en plan "me paso al Demonio por el culo". Sacri, asustada, se arrimó a mí de manera (creo que claramente) inconsciente, buscando contacto, nuestros muslos se rozaban. Me sentí capaz de darle de palos al Demonio, a Dios y a Conan a la vez. No estaba tan mal esto del espiritismo. Estaba muy bien lo del muslo de Sacri junto al mío, mientras ella ponía cara de absorta en la conversación, expresión preocupada. ¡Viva el Demonio, caballeros!
Y llegó el día D, que sería un sábado por la tarde. Alguien pintó los caracteres de la Ouija en una cartulina. Alguien había traído velas (imprescindibles las velas, por alguna razón desconocida a los muertos no les gusta Iberdrola). Alguien a lo largo de la semana había explicado que Ouija viene de juntar Oui del francés y Ja del alemán, lo que traducido ouija nos daba "sisi", miren qué mono, que recuerda aquello de "Sissi emperatriz". Alguien había dicho que el mejor vaso era el pequeño de cristal de tomar café, porque no pesaba. Alguien se moría de ganas porque, "casualmente", Sacri estuviese a su lado mientras los muertos hacían sus trapicheos por estos mundos de Dios. Alguien no tuvo suerte y Sacri se quedó en el sofá, mirando, con la excusa de que "no cabíamos todos en la mesa" y una cara de susto que daban ganas de besarla.
Tablero puesto. Participantes en la mesa. Vaso puesto boca abajo. Tensión. ¿Y ahora qué hay que hacer? Concentrarse. Ahhh, y ¿en qué consiste eso? Pues por lo visto, concentrarse consistía en estar muy callados, poniendo cara muy seria, algunos cerrando los ojos y poniendo cara de estreñimiento de tercer grado, otras mirando al techo así con cara de reflexión... La concentración se ve que cada uno se la toma como le sale de la entrepierna. Nerviosismo y primeras risillas nerviosas, más producto del miedo que de que aquello fuera algo realmente descojonante. Surgen los puristas: "no, mirad, si no nos lo tomamos en serio los espíritus no vienen". Joder, qué especiales los espíritus. Conseguimos estar 5 minutos "concentrándonos". Rosa, la más convencida del tema, suelta en voz cómicamente tenebrosa: "Espíritu, si estás ahí manifiéstate". Nada. Allí ni se mueve el vaso, ni se caen los cuadros, ni se abren los grifos, ni se le escapa un pedo a nadie. Nada. ¿Y si fingiendo desdén me fuera al sofá con Sacri? Aquello de juntar los muslos me parece más cercano a una aparición mariana que estar aquí llamando muertos... Rosa insiste: "Espíritu, si estás ahí manifiéstate". ¡Hostia! ¡Qué se mueve el vaso! Todos acojonados. El vaso se ha movido. Una "fuerza" lo ha empujado en mi dirección. Rosa con expresión asustada y triunfante a la vez, Sacrí con un color amarilloverdoso, producto sin duda de la iluminación de las velas. Rosa sigue en su papel de medium: "¿Quién eres?". El vaso que se vuelve a mover en mi dirección. Miro a Rafa, sentado enfrente de mí, y un destello en su mirada me indica que el cabrón está moviendo el vaso, aunque mantiene expresión de profunda "concentración". La madre que lo parió... Pues si quiere guerra la va a tener: empiezo a empujar yo también el vaso. La situación se vuelve muy cómica: el vaso va alternativamente en dirección a Rafa y en dirección mía. Ninguno quiere que se note que empujamos, así que cada uno cede a turnos. El acojonamiento es tan generalizado que hasta yo mismo me cago, y eso que estoy haciendo trampas. Otra chica que estaba de espectadora dice que le da miedo ir sola al servicio y le pide a Sacri que le acompañe. Antes de que se vayan, Rosa dice que algo estamos haciendo mal, que el espíritu está enfadado y por eso mueve el vaso de manera tan rara. ¡Hostia, y es culpa mía! Me la voy a cargar, pero de aquella manera, con los espíritus no se juega. Salen Sacri y Yolanda hacía el servicio. La luz del pasillo la habíamos dejado encendida. Previsiblemente, Sacri o Yolanda le dan a un conmutador con 2 ó 3 interruptores de luz, buscando encender la siguiente luz del pasillo y lo que consiguen es apagar la luz encendida. El delirio. Sacrí y Yolanda entran chillando en la estancia. Rosa se levanta de golpe. Todos la imitamos, alguien golpea la mesa y se caen las velas al suelo, unas se apagan, otras no, pero la luz queda reducida al mínimo. Todos chillando, un servidor también. Yolanda dice haber visto una figura en el pasillo, lo dice a gritos. Todos a chillar más. Alguien abre la puerta de la calle, en el recibidor junto al salón y entra luz. Cristina enciende la luz del salón. Las caras de todos son un poema. Yolanda insiste chillando que ha visto "algo" en el pasillo. Sacri dice que puede ser, que no lo ha visto claro, pero que algo había. Salimos de estampida a la calle. Cristina dice que ella no duerme sola en esa casa, está blanca, y Rosa dice que le pregunta a sus padres si puede llevarse una amiga. Buscamos una cabina; el objetivo ahora es salvar a Cristina porque si vuelve a esa casa seguro que acaba como aquellas de los ojos desorbitados y autopsia nula en resultados. Consumado el rescate de Cristina, nos vamos a un banco en la Gran Vía donde el espectro que ha visto Yolanda empieza a tomar forma: era una luz flotante que parecía la expresión de un rostro. ¿El rostro del Diablo? Puede ser... Oh, Dios, hemos jugado con fuerzas que desconocíamos su alcance. Esta vez sí, Sacri a mi lado en el banco, pero la muy condenada está tan excitada que no deja de moverse y de parlotear, en vez de estarse quietecita y juntar nuestros muslos. Juramos y rejuramos que no lo volvemos a hacer. Nos separamos, llegada la hora, para irnos a nuestras casas. Sigo estando acojonado, a pesar de saber que el vaso lo hemos movido Rafa y yo, pero me puede más la sensación que me provoca el contacto con Sacri. Cosas del Diablo, sin duda.
Durante la semana en el colegio Yolanda fue la heroína oficial. Si el lunes había visto un ectoplasma, el martes fue una figura bastante definida, para llegar al viernes habiendo visto a Yorch Cluni con cuernos y tridente. Yorch Cluni no existía entonces como figura, pero por poner un ejemplo.
Mediada la semana ya habíamos decidido repetir, pero esta vez en casa de Arturo, que sus padres se iban al chalet el fin de semana. Si es que hasta Cristina la gorda había adelgazado visiblemente durante esta semana.
Lo más sobrenatural que vi durante la etapa "ciencias ocultas", fue la sensación que me provocaba el roce con Sacri y las ganas de besarla que tenía. Aquellas ganas sí eran sobrenaturales. Jamás la besé, no tuve cojones para declararme e intentar "salir juntos con derecho a beso" o algo así, pero esa ya es otra historia.
El Desclasado ha desvelado misterios para anormales.
Tablero puesto. Participantes en la mesa. Vaso puesto boca abajo. Tensión. ¿Y ahora qué hay que hacer? Concentrarse. Ahhh, y ¿en qué consiste eso? Pues por lo visto, concentrarse consistía en estar muy callados, poniendo cara muy seria, algunos cerrando los ojos y poniendo cara de estreñimiento de tercer grado, otras mirando al techo así con cara de reflexión... La concentración se ve que cada uno se la toma como le sale de la entrepierna. Nerviosismo y primeras risillas nerviosas, más producto del miedo que de que aquello fuera algo realmente descojonante. Surgen los puristas: "no, mirad, si no nos lo tomamos en serio los espíritus no vienen". Joder, qué especiales los espíritus. Conseguimos estar 5 minutos "concentrándonos". Rosa, la más convencida del tema, suelta en voz cómicamente tenebrosa: "Espíritu, si estás ahí manifiéstate". Nada. Allí ni se mueve el vaso, ni se caen los cuadros, ni se abren los grifos, ni se le escapa un pedo a nadie. Nada. ¿Y si fingiendo desdén me fuera al sofá con Sacri? Aquello de juntar los muslos me parece más cercano a una aparición mariana que estar aquí llamando muertos... Rosa insiste: "Espíritu, si estás ahí manifiéstate". ¡Hostia! ¡Qué se mueve el vaso! Todos acojonados. El vaso se ha movido. Una "fuerza" lo ha empujado en mi dirección. Rosa con expresión asustada y triunfante a la vez, Sacrí con un color amarilloverdoso, producto sin duda de la iluminación de las velas. Rosa sigue en su papel de medium: "¿Quién eres?". El vaso que se vuelve a mover en mi dirección. Miro a Rafa, sentado enfrente de mí, y un destello en su mirada me indica que el cabrón está moviendo el vaso, aunque mantiene expresión de profunda "concentración". La madre que lo parió... Pues si quiere guerra la va a tener: empiezo a empujar yo también el vaso. La situación se vuelve muy cómica: el vaso va alternativamente en dirección a Rafa y en dirección mía. Ninguno quiere que se note que empujamos, así que cada uno cede a turnos. El acojonamiento es tan generalizado que hasta yo mismo me cago, y eso que estoy haciendo trampas. Otra chica que estaba de espectadora dice que le da miedo ir sola al servicio y le pide a Sacri que le acompañe. Antes de que se vayan, Rosa dice que algo estamos haciendo mal, que el espíritu está enfadado y por eso mueve el vaso de manera tan rara. ¡Hostia, y es culpa mía! Me la voy a cargar, pero de aquella manera, con los espíritus no se juega. Salen Sacri y Yolanda hacía el servicio. La luz del pasillo la habíamos dejado encendida. Previsiblemente, Sacri o Yolanda le dan a un conmutador con 2 ó 3 interruptores de luz, buscando encender la siguiente luz del pasillo y lo que consiguen es apagar la luz encendida. El delirio. Sacrí y Yolanda entran chillando en la estancia. Rosa se levanta de golpe. Todos la imitamos, alguien golpea la mesa y se caen las velas al suelo, unas se apagan, otras no, pero la luz queda reducida al mínimo. Todos chillando, un servidor también. Yolanda dice haber visto una figura en el pasillo, lo dice a gritos. Todos a chillar más. Alguien abre la puerta de la calle, en el recibidor junto al salón y entra luz. Cristina enciende la luz del salón. Las caras de todos son un poema. Yolanda insiste chillando que ha visto "algo" en el pasillo. Sacri dice que puede ser, que no lo ha visto claro, pero que algo había. Salimos de estampida a la calle. Cristina dice que ella no duerme sola en esa casa, está blanca, y Rosa dice que le pregunta a sus padres si puede llevarse una amiga. Buscamos una cabina; el objetivo ahora es salvar a Cristina porque si vuelve a esa casa seguro que acaba como aquellas de los ojos desorbitados y autopsia nula en resultados. Consumado el rescate de Cristina, nos vamos a un banco en la Gran Vía donde el espectro que ha visto Yolanda empieza a tomar forma: era una luz flotante que parecía la expresión de un rostro. ¿El rostro del Diablo? Puede ser... Oh, Dios, hemos jugado con fuerzas que desconocíamos su alcance. Esta vez sí, Sacri a mi lado en el banco, pero la muy condenada está tan excitada que no deja de moverse y de parlotear, en vez de estarse quietecita y juntar nuestros muslos. Juramos y rejuramos que no lo volvemos a hacer. Nos separamos, llegada la hora, para irnos a nuestras casas. Sigo estando acojonado, a pesar de saber que el vaso lo hemos movido Rafa y yo, pero me puede más la sensación que me provoca el contacto con Sacri. Cosas del Diablo, sin duda.
Durante la semana en el colegio Yolanda fue la heroína oficial. Si el lunes había visto un ectoplasma, el martes fue una figura bastante definida, para llegar al viernes habiendo visto a Yorch Cluni con cuernos y tridente. Yorch Cluni no existía entonces como figura, pero por poner un ejemplo.
Mediada la semana ya habíamos decidido repetir, pero esta vez en casa de Arturo, que sus padres se iban al chalet el fin de semana. Si es que hasta Cristina la gorda había adelgazado visiblemente durante esta semana.
Lo más sobrenatural que vi durante la etapa "ciencias ocultas", fue la sensación que me provocaba el roce con Sacri y las ganas de besarla que tenía. Aquellas ganas sí eran sobrenaturales. Jamás la besé, no tuve cojones para declararme e intentar "salir juntos con derecho a beso" o algo así, pero esa ya es otra historia.
El Desclasado ha desvelado misterios para anormales.
Ja, ja, ja, yo también probé la ouija. Me fue muy útil para distinguir a los amigos de los medio amigos.
ResponderEliminarSigue, sigue, vas bien...
Pero qué post más largo! Luego paso y me lo leo para dejar comentario que ahora me ha dado miedo...
ResponderEliminarA todas las personas que lean esta entrada y estén solas en su casa, se les aparecerá la de la Vega haciendo un un trío con la Rosa Díez y Pepiño Blanco. Van a saber lo que es el infierno en su máxima expresión.
ResponderEliminarJajaja, yo creo qeu todos en mi juventud jugamos con la ouija, recuerdo que fue en casa de una amiga mia, y yo le vi a ella mover el vaso, pill eun rebote, no sólo yo, otra también la vio y la acuso, se armo la de caín. Miedo no pasamos nada de nada. :-P
ResponderEliminarAlguien vio anoche la peli de la 2, me parece...
ResponderEliminarYo lo ouija no, pero intenté invocar a la tal Verónica y no me mató ni nada.
En mi vida he visto una Ouija,en mi vida he asistido a una de esas sesiones excitoespectrales,en mi vida he deseado comunicarme con quien no esté ya en el mundo de los vivos,con sangre corriendo ná má que por dentro de sus venas,ni ná de ná de lo que ha sido tus experiencias extrasensoriales narradas en este post...es más,yo creo pque pertenecía al club de las raras que no hablan ni se relacionan y que debe esconder el mayor secreto,algo así como la dirección del Yeti...
ResponderEliminarPara resultar más creíble...yo era una pequeñaja cuando me quedé sin padre,joelines,un padre es un padre,pues ni con esas...tiene mi madre un armariode estos antiguos,heredado de los suegros,en el que a mí se me metió en el coco de enana fantasiosa que se había escondido mi padre...y la menda no tenía narices de pegar ojo en esa habitación,cada vez que me pedía la mía máma que cogiera algo de dentro,la tensión se me ponía por las nubes...es que es más...a día de hoy,aún abro el armario con el crazón a cien,por si el chirrido de sus visagras me adorna sonoramente el susto de mi vida...y eso que es mi padre.
Vamos,que yo soy mu terrenal,Desclasado...yo en mi mundo y los muettos en el suyo....
Aaachuchones!!!!
No vi la película de la 2 anoche, Zurda, no sé de qué iba, pero supongo que de espiritismos. La idea de esto surgió hace dos días cuando Su confundió la "cacofonía" (gaditana) con la "sicofonía" de poner un casete en un cementerio para gravar a los muertos. Y me acordé de estas cosas...
ResponderEliminar¿Y quién es esa Verónica?
India: jajajajaja. Me río por lo de la dirección del yeti.
Por lo otro: terrores infantiles hemos pasado todos. Ufff... me has recordado los míos, madre mía...
Leches: quise decir "grabar" a los muertos, no gravarles a impuestos en plan gobierno del pueblo solidario con las clases más desfavorecidas.
ResponderEliminarLa película de la 2 se titula "Ouija" y va de eso; tampoco se comieron mucho el coco a la hora de ponerle el nombre.
ResponderEliminarLa leyenda de Verónica: http://es.wikipedia.org/wiki/Ver%C3%B3nica_%28leyenda_urbana%29
Ah, pues ha sido casualidad lo de la peli de ayer.
ResponderEliminarGracias por la aclaración. Yo la leyenda del espejo sí la conocía y he bromeado con ella, lo que no sabía era que tenía nombre propio de "verónica"o "Bloody Mary", me entero ahora.
Menudos recuerdos! Aquí hay poco de fenómenos paranormales y mucho de ese beso que no pudiste plantarle a Sacri. Dando vivas al demonio por poder rozarla Ay! Cuánta inocencia.
ResponderEliminarVale que te sientas con fuerzas para darle a Dios y al Demonio, pero que encima le metas a Conan.
De todas formas, un recuerdo muy nítido de lo ocurrido el tuyo. Sería por las chicas. Las veces que yo practiqué esta tontería fue con amigos. Mismo asunto, velas luces, el fuego que se movía y las risas de la edad después de ver que no pasaba nada.
Un saludo.
Jajajaja. Está bastante claro que la nitidez viene dad porque tenía los 5 sentidos alerta y no era por los muertos, no, que era por la viva.
ResponderEliminarYo nunca me atreví con lo de la Ouija, era muy cagada para esas cosas.
ResponderEliminarLo de juntar a chicos y chicas en al adolescencia debía ser la caña, ni me lo imagino. Yo tuve la suerte de ir siempre a un colegio mixto cuando aquello no existía, y era la única de mis amigas de fuera del colegio que no veía a los chicos como bichos raros. Y pensar que ahora vuelve a haber gente que defiende la separación de sexos en los colegios... Se me abren las carnes de pensarlo!
Un abrazo!
Eso sí que es una "alianza de civilizaciones", lo de juntar chicos y chicas en plena pubertad de despertar hormonal.
ResponderEliminarPues yo creía que todo el mundo había jugado a eso, aunque fuese arrastrado por el resto de la pandilla.
Al comentario anterior le faltó: (juntar chicos y chicas) "habiéndolos tenido separados antes".
ResponderEliminarYo estuve una vez en reunión tonta-ouija y la verdad, llamaban a gente rarísima tipo Carlos Marx, Sartre, y de ese porte. Pregunté si podía hablar con mi abuelo, que me gustaba mucho porque me ponía sobre sus rodillas y desgranábamos maíz- si, yo he vivido en el campo-, y no me dejaron porque decían que tenían que ser interesantes para todos. No me dio, miedo porque no se manifestó nada ni nadie.
ResponderEliminarYo en el único astro que creo es en Marlon Brando, pero bueno lo de la astrología debe de ser otro caso.
Desclasado me ha gustado mucho la novelilla, sigue contándonos...
Marce, a mí en posteriores aventuras me tocó invocar a Llon Lenon. Ni apareció él ni la china.
ResponderEliminarMi astro favorito es Katharine Hepburn. Igual la invoco un día de estos. Era rica, por si le faltaba algo a la señorita.