Si llegan ahora empiecen por el capítulo I, hombres y mujeres de Dios, que es lo lógico, no empezar la paja por el orgasmo, joder.
Pues en una nueva dimensión entré, la dimensión pajera, de la cual aún hoy no he conseguido escapar. Si bien el pico de producción ya no es el que fue; ya no me pajeo tanto tanto tanto. Me hago mayor, va a ser verdad que un día maduraré.
Armado con mi nuevo poder salí al mundo. Era como una pistola de juguete, que en vez de disparar rayos láser dispara chorros de agua. Pero vaya gusto con cada disparo, joder, así me montaba yo la guerra de las galaxias, venga el láser disparando.
Lo primero, vacilarlo, claro, aunque en proyecto, era un hombre. Imposible vacilarlo en el colegio, porque como, a pesar de no haberme corrido nunca, yo había ido subiendo la apuesta de las veces que me corría cada noche, de tal manera que si llegaba uno y me decía: "anoche 4", lo inmediato por mi parte era: "Jua, yo 5". En cuestión de dos semanas íbamos ya por los 17 orgasmos pajeros por noche (yo 18) , así que a ver cómo llegabas chillando de euforia y diciendo: "¡me he corrido, me he corrido!". Nada, imposible. Tampoco recuerdo cuando paró la loca y falsa competición. No debió ser que alguien dijera: "me planto en las 21", no, imposible, alguien hubiera dicho: "veo tus 21 y 2 más". Debió ser que ya todos nos habíamos corrido y cesamos de hacer el fantasma. Por las mismas poco más tarde lo haríamos con el desvirgarse, que resultó que prácticamente todos nos habíamos desvirgado a los 10 años (yo a los 9) con una tía de 30 (la mía de 31) que estaba buenísima. Y me sé de alguno que, aún hoy, como no haya ido de mercenarias del amor seguirá virgen. No, no me refiero a mí. Además esta es otra historia.
Ante la imposibilidad de presumirlo en el colegio, me dirigí hacia mi otra parcela de esparcimiento social: los amigos del barrio. Resultó que todos habían aprendido en el colegio lo mismo que yo en el mío. Así da gusto la homogeneidad del sistema educativo español. Como debe ser: antes aprendimos en el colegio, templo del saber, que en la calle. Desde entonces cada vez que oigo a un garrulo decir: "la calleee, la mejor escuelaa", me parto por su desprecio por la cultura y lo equivocado que está, pobre ignorante. Pues no se aprende en la escuela...
Aunque planteé yo el tema con aires de superioridad y todos afirmaron haber llegado a esa etapa, no me fié, no fuera a ser que estuviesen haciendo lo de las veo y dos más: exigí pruebas. Al día siguiente uno trajo esperma en un ¡cartucho de tinta de Rotring! que había tapado con un plástico para conservarlo. El otro en una cajita plumier mostró una especie de pegamento Imedio reseco con aire culpable: "es que sasecao, el cabrón" , y así fuimos mostrando cada uno su esencia espiritual. No tardamos mucho en ir a pajearnos en grupo al cine. Elegíamos de los cines cercanos de sesión continua, donde hicieran una película guarra que hoy nos daría risa, normalmente italianas. Entiendan que no recuerde ni los títulos, ninguna era para destacar. Buscábamos una bancada para nosotros y al tema. No buscábamos el pico de erotismo de la película, nos la soplaba; estábamos calientes durante toda la película y caían 3 ó 4 pajas por pase. Si encima coincidía entre recuperación y nueva ofensiva, que pillabas un pico que le metían mano en las bragas a alguna y gemía, la corrida ya era apoteósica. Si no, te la cascabas viendo 3 tías en bikini, quizá en tetas, en la cubierta de un yate, cualquier cosa, manías ninguna. A veces, cuando toda la banda coincidía en una ofensiva salvaje, la bancada parecía que tuviese sensorround, cómo vibraba aquello, madre mía, que había que estar ciego para no ver que un grupo de púberes, se la estaba cascando tapándose con el jersey.
Lo de la ropa empezó a ser preocupante. Había días que juraría que podía dejar el niqui plantado de pie en el suelo, tal grado de acartonamiento llevaba la tela a la altura de mi ombligo. Mi madre por lo menos dos veces había debido follar, a razón de una por hijo, así que sabría lo que era aquello. Nunca dijo nada, lo debió tomar como proceso evolutivo natural.
A la paja cinéfila (otro matiz cultural) sucedió la paja aventurera, también grupal. Decidimos que qué mejor que cascársela desde una azotea viendo la ciudad iluminada a nuestros pies. Hale, allí vamos, creo que nunca mi semen cayó desde tan alto. Igual le cayó a alguien en la cabeza, jua jua jua., creería que le había cagado una paloma. La paja aventurera, ya en modalidad individual, se repitió (y aún hoy a veces...) en los sitios más insospechados, desde un páramo del desierto de los Monegros dónde estaba de centinela (la paja de garita de mili, todo un clásico), hasta yendo de viaje en un autobús casi vacío, en la bancada del fondo, la de los gamberros.
De nuevo la escuela, la paja es un bien del acervo cultural: llevé la paja al colegio: se inició competición individual: objetivo: correrse en mitad de una clase, a ser posible con el profesor más severo. Pruebas de haberse corrido, las evidentes. Aquello si que era la hostia: el profe dando clase y tú con cara de póquer dándole al manubrio hasta la victoria final. Yo, ahora mismo, no sé cómo teníamos los santos cojones de conseguir corrernos en esas circunstancias, con el profe paseando su mirada por la clase, al tiempo que explicaba. La modalidad más extrema, en la que no destaqué, me quedé en la media, consistía en empezar dos a la vez, de pique, y a ver cuál llegaba antes. En esa modalidad extrema, uno con cara de mono muy acentuada, era el rey absoluto. Oigan, en serio: aprendíamos más en la escuela que los cenutrios de ahora, de verdad.
Las pajas bien, pero... ¿cómo sería eso de los coños?
Debarías estar en la cama con María,en la siesta para mejorar la práctica. Teoría tienes ya la suficiente.
ResponderEliminarUna cosa es saberse el código de circulación y otra conducir. Te vas a quedar sin carnet por puntos.
Un abrazo, ya ves que te quiero bien.
Me toca dentro de un rato, Marcela, estaba repasando los apuntes y he pensado que mejor los paso a limpio, jajajajaja.
ResponderEliminarUn beso, gracias.
jajaajajajaajaja
ResponderEliminarjoder...me pongo a pensar en que en cuanto a tias, si ya me costaba qm contaran si se masturbaban o no,a veces ni lo preguntaba , no vayan a soltarme una hostia, como para hacer competiciones! diosss..cuanto me he perdido
jajaajajajaja
ay q bueno
Yeruska: yo siempre he sido muy muy gamberro. Extremadamente tímido, la misma timidez me empujaba y me empuja a hacer gamberradas. Quiero decir con esto que me he juntado con los más gamberros. No sé en otros entornos si los tíos hablaban así. Supongo que sí porque somos muy estándar, pero no lo sé.
ResponderEliminarMmmmmmmm interesante.
ResponderEliminarMira, al fin tenemos algo en común, bueno hablar de sexo, tb lo tenemos en común, me refero a que yo también soy tímida, aunque no me creen.
BESO
Sí, yo te creo. Creo que hasta eres más tímida que yo, que soy campeón europeo en la modalidad: "el temor a entrar en una sala llena de gente que te está esperando para que des una conferencia"
ResponderEliminarSe abrevia diciendo: "el temor a lo de detrás de la puerta"
jajaajajajajaja yo no podría dar una conferencia...me muero!
ResponderEliminar:P
Yo entro en trance. Alguien ocupa mi cuerpo. Se pone a cascar y da la charla. Mi cuerpo abandona el local con ese fulano aún metido dentro. Traspaso la puerta de salida de la sala. Vuelvo en mí. Me entran sudores fríos, me tiemblan las piernas y respiro agitado. Me voy calmando poco a poco. No sé quién es el fulano que ocupa mi cuerpo, jamás se presentó, ni pidió permiso. Debe ser algún dios de los tímidos, que le damos pena. Mientras no me lo haga follando, el cabrón, por mí que me saque de esos apuros.
ResponderEliminar¿Donde está la sorpresa de María? Juraria haberla visto como nueva entrada en tu post. Jo, me debe de haber sentado mal el desayuno. Besos a todos.
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