Leyendo una anécdota graciosa en el blog de María Albertí respecto a parejas, cortes de pelo caseros y trasquilones, he recordado mi experiencia con el tema y le copio la idea de contar la anécdota.
Novia harta de mi estar siempre días sin afeitar, hasta que parezco el malo de una película gringa de mexicanos, que entonces me afeito. Propuesta que parece razonable y yo muy pardillo en el tema de ceras, depilaciones y esos rituales de embellecimiento: "¿Por qué no te hago la barba a la cera y así no tendrás que afeitarte en tiempo?". Pues no suena mal... Con lo gandul que soy para afeitarme suena hasta bien... ¿Y eso funciona? ¿No me ves a mí las piernas que en un mes no me salen? Pues sí, si es tan bueno, bonito y barato por qué no lo íbamos a hacer.
Pardillo, pardillo rematado, se mascaba la tragedia y yo inconsciente, contento incluso, metiéndome de cabeza en ella. Desconocía:
1) Las torturas que una mujer se puede autoinflingir con ceras calientes y otros artilugios dignos de la inquisición, para "estar mona", sin apenas emitir un gemido de dolor ni torcer el gesto.
2) Que los pelos de una barba, esas cerdas jabalineras, no tienen mucho que ver con el delicado vello de las piernas de las amadas.
3) La capacidad de sadismo que puede albergar una novia mientras sonríe angelical y te convence para que te metas de cabeza en el cepo: "ya verás qué bien, no tener que afeitarte en tiempo".
Sentado, recostado cabeza echada hacia atrás, ella de pie preparando la tortura junto a la silla con la cera ya caliente, aprovecho para tocarle el culo, fue lo último grato que hice. Aplica la cera en un tramo de la mejilla con una espátula. ¡Jodeeeer, quema! Bah, no seas quejica... Hostia, no, quejica no, es que quema de verdad. ¿Por qué lleva esa juerga en la mirada? ¿Por qué apenas puede evitar que la juerga le llegue a la boca y habla casi risueña? ¡Zaaaas!, estirón de la cera. Aúllo. Mucho. No dejo de aullar. Me levanto aullando, corro por la habitación. Ella empieza a reírse sin poder parar, quiere decir "quejica" pero se queda en el ayy, que, ayy, ji...ay jajajajajajajaja. Consigo dejar de aullar y articular palabras: ¡Dios, qué dolor, me cago en mi puta vida y en el infierno y en todo, ay ay ay ay, joder, qué dolor! Ella empieza a llorar, literal, llora de la risa y no puede parar de reír ni articular palabras completas. Sádica asesina. Me quema la mejilla, me paso con miedo la mano por ella sin dejar de pasear arriba y abajo de la habitación, buscando que el movimiento me traiga aire que refresque el dolor. Me aparece la mano llena de sangre: de cada microscópico hueco de donde ha salido un pelo, ha brotado una gotita de sangre que va fluyendo. La cara quemando y sangrando, ¿me puede pasar algo peor ya? Sí, puede pasarme: cuando consigue articular una frase entera pregunta: "¿Bueno, qué, seguimos, que falta casi todo aún?" Mi expresión de auténtico pánico, mi actitud de salir huyendo a la carrera, la vuelve a descomponer y vuelta a reír y a llorar de la risa, a lagrimón vivo. Bonita escena: yo lagrimeando de dolor y ella de la risa. Y una puta mierda seguimos, que lo que voy a hacer es mojarme la cara.
Objetivo noviero conseguido: durante una temporada tuve que afeitarme a diario, so pena de que apareciese el hueco en el que, efectivamente, no me salió pelo en tiempo.
El Desclasado ha hablado.
Depilé a la cera a mi sobrino cuatro pelillos en la espalda y aguantó como un machote. Se ve que las nuevas generaciones son capaces de sacrificarse más por la estética.
ResponderEliminarJa, ja, ja...¡Que arte tu novia!¡Como te engañó!
Jua jua jua, ¡Pero Desclasado!, ¿qué le habías hecho a tu novia para que te hiciera eso?, algo gordo seguro, porque el castigo tiene tintes de gran venganza…
ResponderEliminarNo me puedo creer que te engañaran así.
ResponderEliminarLo peor es que sigo convencido de que ella no supuso que iba a ser tan grave, que actuó de buena fe.
ResponderEliminarEso es arte: mantener el engaño hasta después de apuñalado.
Es que nosotras estamos acostumbradas a autoinflingirnos toda clase de torturas. Eso sí, tampoco preguntes por qué...
ResponderEliminarNo, no, no quiero saber el porqué. Hay cosas que mejor no saber... Ni siquiera quiero saber qué se siente al ir montada en unos tacones más o menos finos y llevar 3 copas encima. Debe ser como los simuladores esos de vuelo para aprender a pilotar, que las primeras veces siempre das con el morro (del avión) en el suelo ¡Dejadme mantenerme en la ignorancia!
ResponderEliminarMaría: lo mío fue fácilmente disimulable, sólo la molestia de afeitarme a diario. Lo de tu marido como no le pusieras gorra de rapero muy calada...
ResponderEliminarBlue: como tu sobrino no pillara cacho después de someterse a esa tortura, es "pa" matal-lo.
ResponderEliminarAmor: ¿qué no puedes creer que me engañaran así? Huy... ¿y eso es bueno o malo?
Bueno, te tengo por listo.
ResponderEliminar¿Sí? Ufff... Tú también me pareces muy lista. (Estoy como un tomate de rojo).
ResponderEliminarDesclasado, a veces pienso que las que llevan túnica y todo eso encima, no tienen que depilarse.
ResponderEliminarLeí un día un editorial de el roto-no son chistes,niviñetas- en la que ponía" el lifting es el burka de occidente"
También te he contestado en mi blog acerca de lo extensa y basta.
He añadido un poco de crisis a la pregunta del terrenito. Un beso
Marcela: no es comparable. La persona tonta que por ser la más guapa del insti se pone morros de come espárragos de la ribera navarra, sólo se hace daño a sí misma, pretende además cierta exclusividad: ella quisiera que nadie más se pudiera poner esos morros. La mora que se pone el pañuelo está reivindicando un objetivo político que nos hará daño a los demás si no le cerramos el paso: os quiere a todas con pañuelo, con lo chulo que tenéis el pelo.
ResponderEliminarAhora paso por tu blog a ver que me dices de lo vasta y basta que puedes llegar a ser hasta decir basta.