Y ahora se quieren cepillar el Amor...

Nuestras entrañables feminazis, esas señoras que dicen hablar en nombre de las mujeres, y de las que no tengo ninguna constancia que alguien las haya elegido de manera democrática, esas señoras más bien feuchas y llenas de odio, ahora han decidido que se acabó lo del amor. Lo del amor entre hombre y mujer, por supuesto...

Según estas muy subvencionadas señoras el amor es que es machista y todo eso. Jua, jua, jua, jua, jua. Están como una puta cabra, pero cuánto daño hacen con todos los medios de comunicación del capital a su disposición. Por algo les pondrán los medios a su disposición y les caerán esas inyecciones de dinero, ¿no?, porque por majas y simpáticas, por saber estar, por eso seguro que no es. Pero alguien puede seguir en el guindo y pensar que el capital pega puntadas sin hilo y hace las cosas desinteresadamente. Y los padres no existen, que lo sepan: son los reyes, ya está bien de tener a los niños engañados:

En el escabroso proyecto de ingeniería social que llevan, en esa tendencia a enfrentar hombres contra mujeres que tiene más éxito en los medios de comunicación, en determinados y muy reducidos y marginales círculos y en los procesos de divorcio en España (por el interés me hago feminista ocasional), que en la vida real, las enfermas autoerigidas representantes de las mujeres (insisto: ¿dónde fueron elegidas para ello?), ahora van a tratar de cepillarse el amor. Estas tías no es que se quieran cargar a los poetas; es que se quieren cargar la poesía.

Tras llevar años de campaña insistiendo en que el hombre es intrínsecamente malo y la mujer un ángel de bondad (¿se referirán también a la Pajín y a la Aguirre, a la Tatcher y a la Rice?), lo cierto es que lo único que han conseguido es que algunas mujeres, por mero y normalmente crematístico interés, les haya gustado eso de que son agredidas si ellas "se siente agredidas". No hace falta consultar un manual de sicología para saber que esto abre la puerta a que cualquier neurótica se sienta agredida si discute con su marido. O si no discute también, por tenerla abandonada. Ya lo suelen dejar claro en sus manuales y consignas: "si no te sientes agredida es porque has interiorizado el machismo". O sea que una mujer es agredida sí o sí. Agredida por un hombre, por supuesto, insisto en que las mujeres entre ellas son ángeles de bondad y jamás se pegan unas puñaladas que hasta te apartas para que no te salpique tanta sangre.

Yo, la verdad, si fuera feminazi también me desesperaría. Porque:

- Ya tenemos interiorizado generalizadamente que el hombre es agresor de mujeres por naturaleza.

- Como el hombre es agresor, la mujer que no se sienta agredida es porque es tonta y no se entera.

- Cada vez que nos volvemos a enterar de que una mujer ha matado a sus hijos (campeonas absolutas de esta escabrosa cuestión frente a los hombres que no les suele dar tanto por ahí), es porque el marido la llevó a esa situación, pobre. El hombre también es culpable cuando una mujer hace barbaridades, ¡menudo negocio, colegas!

Y a pesar de todo esto...

¡Se siguen enamorando entre ellos!

Para desesperarse...

Y mira que, contra toda norma biológica, hemos insistido en que toda penetración SIEMPRE es una violación. Pues ni por esas.

¿Y si nos cargamos la misteriosa fuerza natural que les atrae como imanes? ¿Y si nos cepillamos esa tontería llamada amor?

Y mira que son valientes estas señoras y, apoyadas en congresos subvencionados y con los medios de comunicación de voceros palmeros, a ello que se ponen:

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Ni Romeos ni Julietas

01:00

Actores protagonistas de un Romeo y Julieta musical.  efe/emilio naranjo

El fin del amor romántico. Lo diagnostican los pensadores y lo reclaman las organizaciones contra la violencia machista: el mito del amor romántico está en vías de desaparecer o habrá que acabar con él. Los celos, la entrega absoluta y la dependencia deben dar paso a la relación entre iguales. Nada de medias naranjas, naranjas completas

Susana Golf
valencia
Una famosa pareja de cantantes líricos es conocida, según propia confesión, por sus celos y peleas continuas. Aseguran que, después de la pelea, se aman mucho más que antes. Puede que no sea casualidad que, en los teatros de ópera de medio mundo, intrepreten Romeo y Julieta u Otelo. Los expertos coinciden en que hemos sido socializados en el modelo del amor romántico y éste pervive a través del cine, la literatura y la televisión. Con el agravante de que los hombres y las mujeres lo viven desde distintos roles, roles desiguales. Algunas de las características de este tipo de amor -celos, sentido de posesión, entrega absoluta, dependencia, imposibilidad de vivir sin el otro, sufrimiento, etc- ahora son consideradas claramente peligrosas, y situadas en el germen potencial de la violencia machista.
Los datos avalan esta creencia: según el estudio de este mismo año Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia realizado por el desaparecido Ministerio de Igualdad y la Universidad Complutense de Madrid, el 35% de los adolescentes encuestados consideran que "controlar todo lo que hace su pareja" no es maltrato y el 40% que los celos forman parte natural de la pasión amorosa. El pasado 25 de noviembre, Día contra la Violencia contra las Mujeres, algunos de los manifiestos leídos hacían hincapié en el amor romántico como justificación de actitudes violentas: "El concepto de amor romántico que, desde los medios de comunicación, se impone a la juventud, mantiene unos estereotipos nacidos del patriarcado que dificultan las relaciones de pareja".
No es una novedad. Hunde sus raíces en la tradición feminista. En Valencia, el proyecto Malva de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) lleva unos años organizando talleres de prevención en los que se incluye el desmontaje de los mitos acerca del amor romántico. Charo Altable, profesora de la Universitat de Valencia, fue una de las pioneras. Su estudio, de 1998, sobre las "fantasías amorososas" de los adolescentes valencianos cuyas conclusiones se recogieron en el libro Penélope o las trampas del amor -premio nacional Emilia Pardo Bazán de material didáctico no sexista- continúa siendo un texto de referencia.
Los pensadores coinciden en datar el origen de la idea romántica del amor en el amor cortés medieval (siglos XII y XIII). Y, a pesar de la evolución que ha sufrido, ha llegado hasta nuestros días. Algunos expertos citan como ejemplo la serie Física o Química, tan popular entre los adolescentes. Incluso en los cuentos tradicionales, si bien la propuesta de la ex ministra Bibiana Aído de revisarlos cayó en el olvido tras ser considerada ridícula. "Estos prototipos presentes en las novelas de caballería medievales han llegado casi intactos hasta nuestros días en forma de cuentos, canciones e, incluso, libros o películas cuyas heroínas (princesas reales o simbólicas) tienen como objetivo prioritario lograr el amor (en forma de príncipe azul), dedicando a ello gran cantidad de esfuerzos y energias", sostiene Pilar Sampedro, autora del El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja.

Una nueva definición
Todos -expertos, feministas y organismos que trabajan contra la violencia machista- parecen coincidir en que el modelo tradicional occidental del amor romántico está obsoleto, pero aun no se ha definido su sustituto.
El sociólogo Anthony Giddens lo denomina "amor confluente". En esta línea, el filósofo Manuel Cruz, en su obra Amo, luego existo -premio Espasa de Ensayo 2010- apunta a un nuevo "ingrediente" : la contingencia. "Frente a la idea, con la que coqueteó nuestra cultura durante largo tiempo, de que existen amores inevitables, necesarios, predestinados, hoy todo el mundo parece haber asumido el convencimiento de que esa persona concreta con la que en un momento dado alguien ha establecido una relación amorosa representa una contingencia particular en su vida: en el lugar de esa persona podría haber otra y nada sustancial cambiaría. Tan es así que han quedado completamente desterradas de nuestro imaginario (y de nuestro lenguaje) expresiones como amor de mi vida, media naranja o similares".
El psicólogo Walter Riso reseña en Jugando con fuego tres afirmaciones apasionadas de otras épocas que siguen vigentes en nuestro imaginario colectivo: Víctor Hugo y el fuego del amor, Dante y "El amor mueve el sol y las demás estrellas" o Hesíodo, "el amor es el arquitecto del universo". "Los acoplamientos innatos que predican las canciones románticas son bellísimas utopías, deliciosas de escuchar y ampliamente recomendadas para las instancias de despecho crónico, pero peligrosas a la hora de fabricar realidades concretas", advierte Riso.
En los libros de Rosetta Forner, coaching valenciana, la llamada a que uno (una sobre todo) se ame a sí misma antes que a nadie es una constante. En el último, Ponte las alas cuando la vida te dé calabazas, grita "¡Se acabaron las medias naranjas, vivan las naranjas enteras!".

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Que el amor puede ser un infierno, que el amor puede ser muy peligroso si sólo una parte ama, que el amor puede ser autodestructivo... Todo eso quien lo probó lo sabe.

Que el amor puede ser un cielo, que puede ser un sentirse querido, apoyado, amado, sentirse más vivo que 100 vidas, que puede ser muy constructivo... Todo eso quien lo probó lo sabe.

Enfocar el amor desde un punto de vista de "género" (estúpido) haciendo una víctima mujer y un verdugo hombre, es una de las gilipolleces más gordas que les he oído a estas señoras y mira que las suelen decir gordas. Dios mío, la de tíos que se han perdido por amor, que han hecho sandeces tremendas sin ser correspondidos. Que día tras día las siguen haciendo y esto jamás parará, estén las feminazis o los machofascistas. Estas tías se superan a sí mismas. Les dan dinerito para eso...

Por supuesto que conceptos como "príncipe o princesa azul", cursilerías variadas y enamorarse del amor, son, desde mi exclusivo punto de vista, sensaciones poco aconsejables para uno mismo. Pero estando la gente avisada allá cada cual...

Y, lo más gracioso, como de costumbre está medida carga contra las propias mujeres, que suelen amar en una longitud de onda más intensa que los hombres, les gusta más hablar de ello y, creo, lo sufren y lo disfrutan más.

Como de costumbre, las enfermas subvencionadas no se percatan de que los tiempos cambian y hay que adaptar las normas sociales a los tiempos cambiantes tratando de hacer y conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Los tiempos cambian, las normas cambian, el amor prevalece.

Y es que, para qué engañarnos más, estas tipas hablan de igualdad cuando no quieren ninguna, quieren feminazismo, superioridad absoluta femenina. Que dejen ya de enmascararse, aunque cada vez lo hacen menos. Estas pobres almas frustradas y resentidas, odian enfermizamente al hombre y después tratan de comportarse como la peor versión posible de un hombre, esa versión de la que yo como hombre me avergüenzo. Y... ¿por qué no me iba  asquear cuando una mujer se comportase así? No he interiorizado que las mujeres sean genéricamente seres superiores. Son... diferentes, raritas, encantadoras, a veces las mataría (¡machismo, machismo!) y otras veces las mataría a besos.

Desmonten toda esta mierda de un plumazo: pregúntenle a estas enfermas si "el amor entre mujeres" también les parece mal... (Ojo que en ningún momento culpo a las lesbianas de nada de todo esto, sólo digo que hagan esa prueba y verán el resultado...) 

Señoras feminazis: váyanse a la puta mierda de una vez y déjennos tranquilos a todos y a todas.

Hale, que nos vamos con una rumbita:

  

El Desclasado enamorado de ti, esto sí que tiene guasa.